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Cualquier postura ideológica puede aparecer convertida en un inofensivo producto de anaquel una vez que el mercado desactiva su potencial perjudicial para el statu quo al normalizarlo dentro de una práctica de consumo

 

Julia Baylis y Mayan Toledano (der.)

Julia Baylis (izq.) y Mayan Toledano (der.)

Como repetimos a menudo, la regla de nuestra era es que no hay afuera del capitalismo: cualquier mercancía, cualquier marca, e incluso parece que cualquier idea, pueden sufrir de la noche a la mañana el tratamiento mercadológico y aparecer disfrazadas de sí mismas (sin los ingredientes radicales, dañinos o engordantes) en los aparadores. Es el caso de la nueva moda: las tangas son cosa del pasado, la lencería femenina es (por si alguien lo dudara) una imposición del heteropatriarcado y la respuesta del mercado (disfrazada de respuesta social) es una nueva línea de lencería que busca, a través de una suerte de neoconservadurismo prêt-à-porter, equilibrar la balanza ideológica.

En un momento donde tanto Beyoncé como Lena Dunham son iconos feministas, la palabra adquiere un rasgo chic muy mercadeable: no se trata ya de reconocer la equidad y la igualdad sociales entre hombres y mujeres, sino de hacer colecciones primavera-verano para el "espíritu de los tiempos." Y nos guste o no, vivimos en días feministas.

Julia Baylis y Mayan Toledano fundaron la marca Me and You, una línea de ropa interior "de abuela moderna", que dialoga con el nicho feminista más superficial de los Millennials: su producto más vendido es una pieza de ropa interior con la palabra "feminista" impresa en letras rosas sobre el trasero y con una línea de cintura bastante más alta de lo que acostumbra esta generación. El lote de pantaletas "feministas" se agotó en pocos días.

El discurso de Baylis y Toledano es el de un publicista, disfrazado con algunos giros ideológicos: "La mayoría de la lencería está diseñada para gustar a un hombre. Para nosotras, eso no entra ni siquiera en consideración. Esta es ropa interior que usas totalmente para ti. Tal vez nadie vaya a verla, o tal vez pongas tu foto con ella en Instagram para compartirla con todos los que conoces".

Pero al igual que Victoria's Secret (sus supuestos enemigos), Me and You sigue sexualizando la ropa interior al promover un "nuevo" modelo de sexy: "Lo que es sexy para nosotras es ser naturales y cómodas". 

La venta de tangas bajó desde el año pasado 7%, y las pantaletas de abuela aprovechan esa caída impulsándose con un 17% más que en años anteriores. La manera más sencilla para el mercado de lidiar con una idea radical o contracultural es transformarla en moda: hemos visto pasar lo mismo una y otra vez, y seguramente volverá a ocurrir. 

¿Podríamos decir que existe ropa interior apta o más apropiada para, por ejemplo, conservadores o liberales, ropa que nos convierte por arte de magia en mexicanos o chinos, hombres o mujeres, o simplemente estamos sumidos en falsas elecciones de mercado, y transformándonos en lo que la disponibilidad y las necesidades de dicho mercado necesitan que seamos? Una opción más en un aparador (o en una boleta electoral) no "amplía" la capacidad de decisión y representación de la gente, pero nos hace creer que estamos eligiendo por nosotros mismos. O mismas: "No hay nada malo con querer ser sexy de manera más tradicional y usar una tanga [aquí el giro neoconservador descrito al inicio]; eso no quiere decir que no seas feminista [después de todo, amiga, tú también eres parte del mercado]. Este es un paso adelante para aceptar más variedad de la que se ofrecía antes".

Dicho de otro modo: el feminismo sí es un nicho de mercado (con versiones para todos los gustos, sabores, edades y presupuestos), pero no solamente se trata de eso