Descubre los crímenes de los prisioneros a través de sus tatuajes
Buena Vida
Por: Jimena O. - 03/07/2015
Por: Jimena O. - 03/07/2015
Desde el año 3300 a.C., los tatuajes han formado parte de la estética (e inclusive belleza) de numerosas culturas. Basta con echar un vistazo en diferentes épocas y lugares del mundo para comprender esta atracción adictiva al tatuaje. Por ejemplo, en el antiguo Egipto las mujeres se tatuaban con fines mágicos y sanadores; en Polinesia se solía tatuar a todos los miembros de la sociedad (niños incluidos) e inclusive se consideraba que en cuanto más tatuajes tuviera uno, más jerarquía social alcanzaba; en la época victoriana, las mujeres de clase alta se tatuaban el cuerpo como simbolo de su independencia; etcétera.
No obstante hay otra asociación menos armónica de los tatuajes, y desgraciadamente es la más conocida entre los tradicionalistas: la de los delincuentes, asesinos y otros “psicópatas”. Y aunque las películas nos han hecho creer que todos los tatuajes de esta población se relacionan con la muerte y derivados, existe una nueva investigación donde se señala cuáles son los tatuajes más comunes y su posible significado en función de la “profesión” criminal.
Alden dos Santos, capitán de la policía militar del estado de Bahía (Brasil), explica que los prisioneros y presuntos delincuentes en Brasil (y hasta en el extranjero) tienden a usar cierto tipo de imágenes para tatuarse. Por ejemplo, payasos, indios, magos, brujas, calaveras, serpientes, pulpos, arañas, peces, ángeles, santos y demonios son los tatuajes más comunes en las cárceles brasileñas.
Tras la observación minuciosa de 50 mil documentos y fotografías, dos Santos ha interpretado los significados de 36 imágenes asociadas con delitos específicos: “Muchas de ellas se repiten en todo el país y aparecen con los mismos patrones en países como Estados Unidos, Rusia y partes de Europa”. Los símbolos más populares son los payasos, los cuales se asocian con robo y muerte de policías; magos o duendes, con los traficantes; la caricatura del Demonio de Tasmania, con ladrones que actúan en grupo; el Correcaminos (o su variante, Speedy González), con motocicletas que transportan drogas; Sací-Pererê, con aquellos que preparan y distribuyen estupefacientes.
Dos Santos explica que la principal información no provino de los presos, ya que existe un código de lealtad que exige el silencio. Sin embargo, logró obtener resultados concluyentes con la comparación de datos:
Por ejemplo, seleccionamos a todos los prisioneros que tenían un tatuaje de Joker y analizamos sus sentencias. Encontramos un patrón claro en sus delitos. Los portadores de este tatuaje muestran frialdad y desprecio por la propia vida. […] La mayoría parece absorber las características de este personaje: insano, sarcástico, con una vida loca. Por lo general no se entregan fácilmente y se dedican a la violencia.
Cabe mencionar que el policía dejó en claro que este estudio no representa una generalización contundente de cada uno de los símbolos usados como tatuajes. Incluso explicó que sus investigaciones nunca podrán ser abordadas para discriminar a personas con tatuajes ya que “eso discriminaría al propio ser humano, ya que el tatuaje se ha utilizado durante mucho tiempo como una forma de expresión”.