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6 excelentes razones para practicar sadomasoquismo en vez de sexo tradicional

Por: Luis Alberto Hara - 02/19/2015

Sus adeptos comparan la práctica del BDSM con una forma extrema de yoga que genera múltiples beneficios físicos, psicológicos y relacionales a sus practicantes

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El amor y el sexo son formas de relacionarse con otros que, cual más cual menos, están basadas en poder y resistencia. Llevar al extremo el énfasis en el poder puede ser sumamente excitante para muchos (y sumamente rentable para los editores de 50 Shades of Grey): la práctica conocida como BDSM (por las siglas Bondage, Discipline, Dominance, Submission, Sadism y Masochism) es practicada por 36% de los adultos en Estados Unidos, según una encuesta de Durex. Esto quiere decir que 36% de los adultos en EE.UU. utilizan máscaras, sujeciones, cadenas, esposas, gagballs o algún tipo de implemento de tortura sexual (claro, siempre con el consenso de su pareja o parejas).

Sandra LaMorgese es terapeuta sexual y dominatrix profesional con base en Nueva York. Según su experiencia, el BDSM no sólo es una práctica de poder, sino una forma de vida que puede unir a las parejas —y en cierto sentido, atarlas el uno al otro. Estas son seis buenas razones para abrirle la puerta al BDSM en tu vida sexual:

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1. Comunicación

No se trata sólo de la importancia de las palabras de seguridad: la comunicación entre parejas sadomasoquistas mejora porque propicia un ambiente de confianza, respeto y entrega a través de una ficción convenida. La comunicación es impecable porque no es sólo verbal; la confianza depositada en el otro es mayor, además: el otro sabe justo cuándo dejar de apretar (y cuándo apretar más) leyendo tus reacciones.

2. Intimidad

El hecho de que las prácticas de sexo extremo involucren ciertos riesgos hace que la sensación de complicidad sea mucho mayor que en el sexo tradicional. Hay que pensar que debes confiar ciegamente en alguien para dejarlo ponerte una venda en los ojos y ponerte de cabeza. Una investigación publicada en Archives of Sexual Behavior, además, mostró que las parejas que practican BDSM muestran niveles menores de cortisona (la hormona del estrés) y suelen ser más afectuosas en su vida diaria.

3. Fidelidad

Las prácticas BDSM desarrollan fuertes lazos (jejeje) entre sus participantes, que son parte de la evolución sexual de su pareja: la pareja aprende más y más mientras más experimenta, y eso parece disuadirlos de buscar otras parejas fuera de la relación. La energía y el espacio emocional compartido por la pareja sadomasoquista raramente se pone en riesgo por una aventura pasajera.

4. Salud mental

El BDSM no es ni una apología de la violación ni es una enfermedad mental: un estudio de 2013 publicado en el Journal of Sexual Medicine mostró que, de hecho, los practicantes de BDSM suelen tener mejor salud mental que los no practicantes; algunos indicadores fueron: menores niveles de neurosis, mejor apertura a puntos de vista diferentes al propio, mayor seguridad en sus relaciones interpersonales, mejor disposición para lidiar con el rechazo y mayor grado de bienestar en general. Según la doctora LaMorgese, si expresas con más libertad tu sexualidad, tu salud mental se beneficia.

Mejor comunicación...

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5. Reduce el estrés psicológico

En el estudio de 2009 antes mencionado, los investigadores hallaron que entre los participantes de BDSM existen dos formas (ambas positivas) de lidiar con el estrés. Los dominantes presentan menores niveles de cortisona en general, pero los sumisos presentan mayores niveles en un primer momento: durante las sesiones de nalgadas, azotes o incluso cosquillas —sin mencionar la expectativa y ansiedad que es parte del juego de dominación— los cuerpos de los sumisos experimentan altos niveles de dolor, lo que puede generar altos niveles de cortisona también. Estos niveles bajan cuando la sesión termina, y una sensación general de alivio se apodera del cuerpo. Es similar a cuando ves una película de terror para sentirte en paz después.

6. Reduce la ansiedad

El goce de provocar o recibir dolor puede reducir la ansiedad general: según este estudio de 2014, la práctica del BDSM altera la irrigación sanguínea del cerebro, lo que puede llevar a estados alterados de conciencia similares a los de practicar yoga o al “high” de ciertos deportistas de alto rendimiento. LaMorgese de hecho enfatiza la similaridad del BDSM con una forma extrema de yoga, pues obliga a los participantes a enfocarse únicamente en el momento actual, presente, pues nunca se está más presente que cuando el dolor nos obliga a apersonarnos por completo en nuestro propio cuerpo.