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Mira cómo el THC de la cannabis acaba con células cancerígenas (VIDEO)

Por: Luis Alberto Hara - 12/01/2014

¿No sería tiempo de que, como sociedad, buscáramos que la industria de la salud tomara en cuenta todas las potenciales vías terapéuticas para curarnos de lo incurable y terminar la absurda cruzada moral/militar contra las drogas?

¿Cuántas personas en el mundo han muerto a causa de distintos tipos de cáncer? ¿Cuántas han muerto a causa de tratamientos agresivos de quimioterapia, o han visto mermada su calidad de vida? Por último, ¿cuántas personas han muerto a causa del consumo de cannabis? La respuesta a las dos primeras preguntas es un número estratosférico difícil de calcular; la respuesta a la última pregunta es: nadie.

La relación entre el consumo de cannabis y la oncología parece ser únicamente un mito urbano. Sin embargo, desde 1974 se demostró la efectividad del aceite de cannabis a través de sus compuestos activos --tetrahidrocannabinol (THC) y cannabinol (CBD)-- para reducir el crecimiento de cánceres en pulmones, seno y leucemia viral en ratones de laboratorio, prolongando sus vidas un 36%. Diversos estudios han realizado descubrimientos similares.

Existen organizaciones como el grupo SETH que promueven estas investigaciones al enfatizar los posibles beneficios para los pacientes de cáncer: "Ninguna quimioterapia puede igualar esta acción anticancerígena no-tóxica". La criminalización de la cannabis y otras sustancias psicoactivas y su etiquetado como "de alta toxicidad" ha impedido hasta nuestros días mayores estudios de las potenciales ventajas terapéuticas de la marihuana, al imposibilitar estudios de largo alcance en humanos.

En 1998, un estudio liderado por el doctor Manuel Guzmán de la Universidad Complutense de Madrid descubrió que el THC puede inducir la muerte programada en células de cáncer cerebral sin impactar negativamente a las células sanas. En un artículo de Nature Medicine de marzo de 2002, Guzmán y su equipo demostraron que habían destruido células "incurables" de cáncer en tumores de ratas al inyectarlos con THC.

¿No sería tiempo de que, como sociedad, buscáramos que la industria de la salud tomara en cuenta todas las potenciales vías terapéuticas para curarnos de lo incurable y terminar la absurda cruzada moral/militar contra las drogas? No se trata aquí de un argumento de legalización del consumo recreativo de la cannabis (únicamente), sino una defensa --basada en evidencia clínica-- del potencial de la cannabis para librarnos de un mal que la medicina moderna no parece capaz de contener por otras vías.