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Esta épica obra del artista Ra Paulette se encuentra enclavada en las dunas areniscas de Nuevo México

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A lo largo de la historia humana quizá las más bellas empresas destacan por las siguientes cualidades: una complejidad que asombre, que sea parte de una misión autoimpuesta y que desborde consistencia. Cuando estos tres factores se combinan, algo ocurre que concede una cierta preciosura al resultado de dicha empresa.

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Lo anterior es precisamente lo que ocurre con esta serie de cavernas que el artista Ra Paulette se abocó a tallar durante poco más de una década. Penetrando los cúmulos de piedra arenisca que se ubican en Nuevo México Paulette ha creado, a base de una fe ciega en su proyecto, una laberíntica serie de cavernas, algunas de ellas recubiertas con intrincados detalles o evocando cuerpos geométricos que terminan por sugerir atmósferas palaciegas.

Este caso, por cierto, nos recuerda episodios similares de la psique humana que se han registrado a través de los siglos, respondiendo a un impulso o llamado casi arquetípico, desde los heroicos navegantes de antaño hasta episodios más recientes como el del hombre que dedicó 7 años a dibujar en secreto un misterioso laberinto o el cartero francés que recogiendo, una por una, piedras en sus recorridos, termino dándole forma a un palacio surrealista

Pero detrás de una empresa tan épica, generalmente suele haber argumentos metafísicos o motivaciones místicas. En el caso de Paulette, estos espacios aluden a ese peregrinaje interior que se desata cuando visitamos ciertos parajes naturales, por ejemplo un bosque. Y en este sentido, el artista advierte que sus cavernas están pensadas para, una vez terminadas, favorecer la "renovación espiritual y el bienestar personal".

 

 

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