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¿Los indigentes son criminales? ¿Qué sucede cuando las ciudades les dan dinero?

Por: Jimena O. - 10/12/2014

¿El capitalismo podrá salvarse de sí mismo? Invertir en beneficios sociales puede mejorar el presupuesto de los gobiernos e impulsar políticas públicas efectivas

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En nuestro mundo, la pobreza es un crimen. Los estados penalizan el desempleo, sin hallar rutas hacia mejores oportunidades de desarrollo. Kilee Lowe era una de las cientos de indigentes que viven en las calles de Salt Lake City; al igual que en cualquier ciudad --y más en una con problemas de sobrepoblación--, sus expectativas se reducían al ciclo destructivo de entrar y salir de prisión por el crimen de vivir en la calle.

"Sólo porque no tengo una tarjeta de crédito no quiere decir que soy una criminal", afirma Lowe. El crimen de la indigencia se disfraza de muchas máscaras: vagancia, deambular "sospechosamente", acumular "basura" en la vía pública, cometer  robos. Hay que pensar que, en nuestras ciudades, la basura es una categoría burguesa de los objetos; sólo el "derecho" al consumo --el participar del consumismo-- crea la basura como un subproducto del capitalismo, y asocia a toda una categoría de personas con ese "exceso" inadmisible de la sociedad organizada y productiva que buscan vendernos.

Los indigentes son vistos como una suerte de "basura" social, un subproducto incapaz de ser colocado en el mercado laboral, además de un recordatorio de los temas más duros de resolver: desempleo, abuso de sustancias, violencia familiar, inestabilidad mental. Aprender a no verlos o a ignorarlos sin perder el hilo de la escenografía parece ser una especie de talento para las clases media y alta.

Salt Lake City dio un paso decisivo en favor de los indigentes, dándoles un lugar dónde vivir y atención social. Pero curiosamente no se trata de un acto filantrópico --ya no digamos "humano"-- ni asistencialista, sino francamente económico. Parece que es más barato darles casa a los indigentes que mantener sus ciclos penitenciarios.

En 2005, Salt Lake City destinó 40 millones de dólares para atención a indigentes, unos 20 mil dólares por cada uno. La cifra proviene de financiamiento policial, arrestos, manutención en la cárcel, abrigo y servicios de emergencia. Pero eso no redujo nunca la indigencia.

A través del programa Housing First ("Vivienda primero"), un programa de 7,800 dólares anuales, la ciudad pasó de gastar 40 millones en 2005 a 9.6 millones en 2013, y la indigencia crónica se redujo 72%.

¿Un enfoque económico podría resolver otro tipo de emergencias sociales? ¿Será posible pensar que la igualdad y equidad social podrían ser atractivos económicamente para los gobiernos y la iniciativa privada, y que a la vez estos programas podrían generar cambios duraderos en nuestro mundo?