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El dinero de los impuestos no se ha liberado como gasto público, según la revista, esto podría finalmente asfixiar la economía, que está estancada.

economíaA pesar del sospechoso elogio mundial a las reformas del gobierno de Enrique Peña Nieto, el manejo de la economía no ha sido el mejor, al menos en opinión de la revista The Economist. Hoy que las reformas de apertura comercial, sobre todo la energética, se auguran como panacea para el crecimiento económico, hasta 5%, según el gobierno federal, las antiguas reformas privatizadoras, por más de treinta años, no han generado un crecimiento significativo, apenas de un 2.8%.

Este año se disminuyeron las expectativas de crecimiento económico de un 3 o 4% a un de 2.3 a 3%, esto, después de que el año pasado tampoco se cumplieron las proyecciones de crecimiento. Una de las recurrentes críticas de los economistas, fue que el gobierno de Enrique Peña Nieto no estaba liberando el gasto público, es decir, el dinero que entraba de impuestos, no estaba siendo inyectado a la economía en forma de infraestructura o programas sociales, lo que había significado un atraso en la dinamización del mercado.

En un artículo reciente, The Economist critica que una vez más, este año, el gasto público no haya sido aplicado, o al menos así lo señalan expertos entrevistados por la publicación. La gran pregunta es, ¿por qué el gobierno mexicano no está liberando este dinero?, según las conclusiones apuntadas en el artículo, parece que es por razones políticas, y puntualiza dos teorías: la primera es que se es una manera de presionar a los gobernadores para que apoyen las reformas (sobre todo la energética), ya que no les están “bajando” recursos, una especie de chantaje. La segunda, señala que la estrategia alienta a los legisladores a que apoyen las reformas, en pocas palabras, en vísperas de las próximas elecciones (2015), el PRI perdería popularidad con la caída económica, y con esto ganaría la simpatía de la oposición, es decir, se estaría afectado a la economía mexicana con fines políticos.

La manera en que se dinamiza o no la economía puede ser un incentivo para conseguir negociaciones, mientras que la salud económica de millones de personas dependen de estos juegos irresponsables. La economía como moneda política es quizá uno de los más bajos métodos de persuasión.