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Gabriel Magee saltó del edificio de JP Morgan, en Londres, aparentemente buscando aparecer en otro universo.

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Obsesionado por la teoría física del multiverso (aquella que postula la existencia de múltiples universos), Gabriel Magee, un ejecutivo de JP Morgan de 39 años, podría haberse suicidado buscando entrar a un universo paralelo. 

Según su novia, Lucy Pinches, Magee, quien saltó del techo del afamado banco en Londres hacia el Canary Wharf, había seguido previamente el caso de dos estudiantes estadounidenses que habían hecho un pacto al suicidarse. "Tenía que ver con la física cuántica y el suicidio; los dos estudiantes estaban vinculados con inyecciones letales operadas por un sistema de lotería numérica, para que el universo en el que despertaran fuera aquel en el que ambos habrían ganado la lotería". Pinches añadió que no entendía bien este tipo de cosas, pero Magee sí era una persona con capacidad mental suficiente para hacerlo. (En este artículo puedes ver la extraña y fascinante teoría de hacer una apuesta cuántica para volverte millonario en otro universo).

Según el Dr. Robert Lanza, autor de la teoría del biocentrismo, es posible que la vida continúe en un universo paralelo después de haber muerto en este. Por su parte, Hans Moravec, quien desarrolló la hipótesis de la inmortalidad cuántica a partir de la teoría de los muchos mundos de Hugh Everett -físico que creía que su conciencia seguiría la bifurcación del universo "en cada camino que no llevara a la muerte"-, postuló que cualquier persona sobreviviría siempre al suicidio, pues uno podría suicidarse una y otra vez en este universo y sobreviviría en otro.

A la par de las extrañas circunstancias en las que ocurrió, la muerte de Magee se suma a una serie de suicidios de banqueros que ha tenido lugar en los últimos meses, patrón que algunos interpretan como significativo de las condiciones actuales del mercado.

Tal vez Magee se quitó la vida simplemente porque estaba harto y deprimido. Tal vez sabía demasiado "y lo orillaron a la muerte" (la versión conspiratoria que no puede faltar en los mundos financieros). O quizás, nos gustaría creer, logró encontrar la clave para calibrar las coordenadas de otro universo en el que podría vivir lo que aquí le era negado (quizás, por ejemplo, un universo con una economía estable) y entender las variables del suicidio cuántico. Quizás aprendió el arte de saltar al jardín donde los senderos se bifurcan.