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Sociedad Topless para la Apreciación del Pulp Fiction: mujeres que leen desnudas para desafiar al miedo y la ignorancia

Por: Juan Pablo Carrillo Hernández - 05/12/2014

¿Por qué una mujer no puede estar en un parque, leyendo un libro, con su cuerpo casi desnudo en un día caluroso como lo hace un hombre? Un club de lectura en Nueva York desafía estos prejuicios a través de uno de los géneros literarios más subestimados de la historia.

pulp2“Pulp fiction” es el nombre que recibió cierto tipo de literatura por el medio en el que aparecían: revistas baratas porque se imprimían en papel hecho de pulpa de madera, una de las materias primas que menos costo implicaban a una publicación. Este tipo de revistas comenzaron a popularizarse a finales del siglo XIX en Estados Unidos y conocieron un auge importante sobre todo a partir de la década de 1940, cuando inesperadamente se convirtieron en semillero de grandes escritores como Dashiell Hammett, Raymond Chandler, Ray Bradbury, Philip K. Dick y otros.

Como se ve, las “pulp magazines” fueron el vehículo predilecto de géneros muy específicos: el policiaco en primer lugar, la ficción rosa de romances simplones, la ciencia ficción después, el western, la literatura fantástica, temas todos que por mucho tiempo vivieron en la paradoja de ser populares (en buena medida gracias a estas publicaciones) pero, a cambio, merecer poco valor y aprecio en los círculos elevados de la literatura, ahí donde el canon los excluía y los marginaba, considerándolos asunto de poca monta.

Sin embargo, escritores como los que mencionamos demostraron que la buena literatura puede surgir donde sea, entre las páginas de un tomo encuadernado en piel o en una revista modesta que se vende en el kiosco de la esquina. Por eso, como dice el narrador del Quijote en uno de los primeros capítulos, es tan importante llevar la afición de leer incluso a “los papeles rotos de las calles”, pues es posible que aun ahí se encuentre inesperadamente el placer que generosa y gratuitamente da la lectura.

En Nueva York existe un club que ha combinado la inclinación por la pulp fiction con una actitud inquietante por subversiva: leer en desnudez, parcial o total, en soledad o en compañía, en privado o en un lugar público. Leer y, con esta y otras acciones, desafiar al mundo.

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La Outdoor Co-ed Topless Pulp Fiction Appreciation Society (o Sociedad Topless para la Apreciación de la Pulp Fiction al Aire Libre, si se nos permite conservar un par de términos en inglés) reúne a personas que aman “los buenos libros y los días soleados y disfrutan de ambos tan hechos unos como la ley lo permita”.

Alison Flood, colaboradora en The Guardian, entrevistó a A Andrews por correo electrónico para conocer los propósitos de esta agrupación. La mujer, de inicio, cuenta que todo inició cuando ella y una amiga se preguntaron por qué una mujer en Nueva York no podía andar por la calle con el pecho desnudo como hacen los hombres en un día soleado, por qué existen varios tipos de penalizaciones al respecto (algunas legalmente establecidas y otras tácitas) solo para ellas. Se dieron cuenta que las causas eran de otro orden y decidieron entonces fundar una asociación que combatiera la ignorancia y el miedo al respecto del cuerpo femenino. La idea de hacerlo en torno a la lectura es porque ellas mismas aman los libros y aman reunirse con otras personas que aman los libros.

Al final, tanto el topless de estas mujeres como el tipo de literatura elegido como punto en común parecen ser similares en al menos un aspecto. A diferencias de las lecturas obligatorias, de los autores que se leen por prestigio, los títulos que consideramos edificantes o provechosos, la pulp fiction es ese tipo de lectura que se realiza por el solo placer de hacerlo, por el gusto que reporta, por el entretenimiento con que ocupa nuestro tiempo. La desnudez, por otra parte, es una expresión de comodidad, la demostración de que también estamos bien sin ropa, que estamos bien con nuestro cuerpo y que este, al final, es solo eso, un cuerpo que es nuestro, como el de esa otra persona que está sentada a mi lado, con el suyo, tan imperfecto como el mío, tan perfecto como el mío. En ambos casos, quizá ,se trata de reivindicar al placer y traerlo de los márgenes sociales, morales e incluso legales donde se encuentra, disfrutar la satisfacción por sí misma, la posibilidad del hedonismo en este momento: reconocer que el placer está ahí, al alcance de quien haga lo necesario para obtenerlo. 

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