William Burroughs sobre las coincidencias en un universo mágico
AlterCultura
Por: Alejandro Martinez Gallardo - 04/18/2014
Por: Alejandro Martinez Gallardo - 04/18/2014
Las coincidencias suelen picar nuestra curiosidad; aunque las desestimemos como hipérboles del azar, no hay hombre que no se sorprenda a sí mismo en algún momento preguntándose sobre el significado de las cosas que le suceden, maravillándose ante la improbabilidad estadística de las conexiones entre los fenómenos que le rodean. El hombre cree observar un sentido en el mundo –este sentido suele postular un principio conectivo entre su mente y la naturaleza exterior. Puede ser que solamente esté transfiriendo su conciencia al mundo en una alucinación animista, o puede ser que el mundo en realidad sea un espejo.
Sobre las coincidencias el máximo referente es sin duda Carl Jung, quien desarrolló la tesis de la sincronicidad en la última parte de su obra. Jung consideraba, grosso modo, que las coincidencias eran conexiones que no tenían una causa física pero que sí tenían un significado. En el "universo mágico" de Jung el espacio y el tiempo no existen de manera independiente de la mente y por lo tanto la dimensión del sentido o del significado es tan fundamental como la dimensión de las fuerzas físicas. Las cosas son símbolos –los símbolos operan sobre la naturaleza. La sincronicidad es una relación de simultaneidad entre lo que ocurre en la mente y en el espacio-tiempo; simultaniedad que no implica causalidad sino conjunción: una relatividad psicológica. La mente y el espacio-tiempo son relativos.
"No existe la casualidad, y lo que se nos presenta como azar surge de las fuentes más profundas", escribió Schiller, acaso anticipándose con esas "fuente más profundas", al inconsciente y a los arquetipos jungianos, grandes surtidores de sincronicidades.
William Burroughs, el mago junkie que atravesó los túneles de la paranoia (aquella condición mental que tiende a conectar todas las cosas sin que existan causas que las vinculan), formuló también su visión de las coincidencias. En el libro The Adding Machine, Burroughs dedica un pasaje a ilustrar su interpretación de las coincidencias.
Ciertas observaciones pragmáticas son útiles para los viajeros en el universo mágico. Una ley, o mas bien una previsión, es que los relámpagos golpean más de una vez en el mismo lugar.
Esta es la clave de la visión de Burroughs de por qué el azar parece estar arreglado como una máquina en un casino cósmico. Burroughs aquí enuncia un principio de correspondencia o una ley de atracción: el relámpago llama al relámpago, algo que ha ocurrido antes tiene más posibilidad de ocurrir otra vez. Como si el espacio recordara esa posibilidad y al recordarla la reconectara. De la sabiduría popular a la sofisticada teoría de la resonancia mórfica de Rupert Sheldrake que explica que la naturaleza tiene una memoria inherente y aquello que ha ocurrido antes tiene más posibilidades de volver a ocurrir (la presencia del pasado). No sólo nosotros nos habituamos a las cosas, la naturaleza es un campo de información habitual: los fenómenos son esencialmente hábitos, más que constantes o leyes eternas.
Burroughs, ya en esa faceta de maestro, del viejo tío astuto y rebelde, nos recomienda:
Puedes observar este mecanismo en tu propia experiencia. Si inicias el día perdiendo el tren, este podría ser un día de trenes perdidos y citas fallidas. No necesitas decir "Mektoub, está escrito". El primer incidente es un aviso. Mantente al tanto de incidentes similares. Aprieta tu itinerario. Sincroniza tu reloj. Y considera el significado simbólico del tren perdido. Observa particularmente lo que podría ser una oportunidad perdida.
Tal vez te encuentres con un malencarado mesero, barista u burócrata. Baraja la morgue de tu memoria. Todo está ahí. Por qué es una copia de otro mesero malencarado en Tanger, Londres, Hong Kong. Incluso usa las mismas palabras. Le preguntaste por un objeto y te dijo...
El gran novelista beat juega aquí con la idea delirante del universo mágico de que las demás personas existen como signos de nuestra propia narrativa, están conectados por una red de significados que se teje en la profundidad de nuestra mente. Lo más difícil es definir si las cosas están sucediendo ahí afuera en el mundo, o aquí adentro en nosotros o cómo esta diferencia es ilusoria, aunque persistente. La realidad es semántica: las personas acaso existen, pero son sobre todo estructuras significantes que aparecen en el texto que vamos escribiendo y decodificando al existir.
En el siguiente pasaje Burroughs parece querer decirnos que el clima mental se derrama en el mundo y que existe un patrón relacionado, siempre relacionado a esa corriente... gran cauce ominoso e hipervinculante de la realidad:
Te darás cuenta de que los encuentros placenteros con personas amables también ocurren en serie. Y la única ley válida en las apuestas es que ganar o perder llegan en rachas. Aviéntate cuando vas ganando y para cuando vas perdiendo.
Aún más, el viejo maestro nos enseña semiótica-sincrónica (la sincronicidad es la semiosis de la naturaleza). Ejercicios diseñados "con el propósito de mostrarle al estudiante cómo los acontecimientos son creados y cómo él mismo puede crear acontecimientos”:
Les di a mis estudiantes varios ejercicios diseñados para mostrar cómo un incidente produce otro incidente similar o encuentro. Puedes llamar a este proceso sincronicidad y observarlo en acción.
Da una vuelta a la manzana. Vuelve y escribe precisamente qué ha pasado, prestando especial atención a qué es lo que pensabas al notar ese cartel en la calle, el auto que pasaba, el hombre extraño o lo que sea que haya captado tu atención. Observarás que lo que estabas pensando justo antes de ver el signo está relacionado con el signo mismo. El signo podría, incluso, llegar a completar una frase en tu mente. Estás recibiendo mensajes. Todo te habla. Comienzas a ver a la misma persona una y otra vez. ¿Te están siguiendo? A este punto algunos estudiantes comienzan a ponerse paranoicos. Les digo, por supuesto que están recibiendo mensajes. Tu entorno es tu entorno. Se relaciona contigo.
Nos movemos a esa zona liminal en la que la locura se empalma con la creatividad o con la iluminación. Epifanía paranoica de la interconexión cósmica: dios-tú que escupes hilos de baba que conectan todo. Logos Spermatikos. ¿El mundo de alguna manera extraña e insondable es como el sueño en el que somos "teatro, actores y auditorio?". Y es más, ¿una relación de dramas que se representan en el mismo espacio y de manera inaudita no se superponen ni desmienten?
Twitter del autor: @alepholo
También en Pijama Surf: ¿Nuestra necesidad de encontrar sentido nos hace ver patrones donde no los hay?