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Conoce la vida de Sir Jeffery Hudson, el Tyrion Lannister de la historia real de Inglaterra

Por: Jimena O. - 04/05/2014

Al parecer no es tan extraordinario que un enano se cuele a los círculos cortesanos de una monarquía, tal y como le sucedió a Jeffery Hudson durante el reinado de Carlos I de Inglaterra.
jh2 "Unknown man, formerly known as Jeffrey Hudson", Autor desconocido (mediados del s. XVII)

En los años 70 y 80 del siglo pasado numerosos intelectuales y académicos examinaron la masificación de la cultura como un fenómeno que se presentaba de esa manera por vez primera en la historia. Uno de los libros más célebres al respecto es Apocalípticos e integrados, de Umberto Eco, una serie de ensayos en la que el semiólogo italiano analiza el concepto de “cultura de masas” en varias de sus implicaciones: la división tácita de la cultura en niveles (alto, bajo, medio), el surgimiento o reproducción de la categoría del “mal gusto”, la resignificación del mito en un contexto de consumo masivo, y otros asuntos afines.

Dentro de esta teorización de la cultura de masas, una de las consecuencias más soslayadas es el beneficio que supone poner al alcance de millones de personas referentes culturales que tradicionalmente se han recluido al elitismo de la “alta cultura”.

Así, por ejemplo, con True Detective, en donde se cuelan Lovecraft y Ambrose Bierce, la filosofía de Schopenhauer y la de Nietzsche, entre otras varias alusiones que destacan por su exquisitez. A un espectador curioso le bastaría tomar su computadora o su teléfono, acceder a Internet, buscar algo que le causó curiosidad porque en la serie no está suficientemente explicado y, en ese momento, entraría por una puerta lateral a lugares que quizá de otro modo le estarían vedados. De ahí la importancia, para fines de “desarrollo civilizatorio” (por decirlo de alguna manera), de la calidad y la altura cultural de expresiones que, como una serie, potencialmente serán vistas por miles y millones de personas en todo el mundo.

Así también con Game of Thrones, una serie que bajo el velo de la literatura fantástica explora los muchos rostros del poder y las pasiones que despierta en el ser humano. Lo interesante, en este caso, es que como buen producto diseñado para el consumo multitudinario, su narrativa opera síntesis violentas y al mismo tiempo inocuas (es decir, acríticas) de sucesos históricos y fabulaciones que de algún modo muchos identificamos pero que están ahí bajo una forma que pretende originalidad. En este sentido, destacan las influencias de esta serie basada en el relato homónimo de George R. R. Martin, sobre todo literarias e históricas.

De esta últimas, sin duda una de las más excéntricas (por la excentricidad misma del personaje), es la que pudo haber inspirado a Tyrion Lannister, a quien los seguidores del programa identificarán por la singular característica física de su enanismo, un contraste brutal con la hermosura de sus hermanos, la virilidad de los hombres del clan, la ambición que caracteriza a la familia, cualidades que de no ser por la inteligencia del personaje (uno de sus pocos refugios, junto con su insaciable lujuria), parecen ridículas cuando se manifiestan en un enano.

¿Pero esto es posible, verosímil? ¿Que tan despiadada como era la Edad Media con los anormales, los deformes, los monstruos de la naturaleza, un enano se colara hasta la poderosa corte de un rey? Sorpresivamente, sí. Al menos esa fue la suerte que tuvo Jeffery Hudson, enano y paje al servicio de Henrietta Maria, esposa de Charles I, rey de Inglaterra.

jh Queen Henrietta Maria with Sir Jeffrey Hudson, Van Dyck (1633)

Los testimonios a propósito de un enano a las órdenes de la reina no son pocos. Uno de los más detallados se encuentra en las páginas de Worthies of England, un volumen publicado en 1662 en el que su autor, Thomas Fuller, cuenta la historia de los “próceres” de su país. De Jeffery dice que nació en Oakham, en 1619, de un padre “ancho de hombros y de pecho” de quien sin embargo no heredó la vigorosa complexión, pues apenas llegaba a las 45 pulgadas (poco más de un metro) de estatura.

Otros escritos de la época aseguran que el padre de Jeffery era carnicero, uno inesperadamente próspero cuya fortuna le permitió ascender en la escala social. En cierto momento de su vida, cuando su situación económica estaba solucionada, decidió tener un hijo, sin saber que este nacería destinado a ser un enano, no uno desproporcionado (¡Santo Dios, no!), pero sí uno muy por debajo de la estatura promedio de la época. Entonces a estas personas se les acostumbraba llamar “midget” (en contraste con el más general “dwarf” o el más específico “pygmy”), pues salvo por la altura, en todo lo demás tenían el aspecto de una persona común.

Jeffery entró en servicio de la reina de Inglaterra aproximadamente en 1628, antes del asesinato del duque de Buckingham. Henrietta Maria se encontró con el enano durante una visita que hizo con el rey a Burley, en las inmediaciones de Stamford. Según los historiadores, la reina tenía ya un enano entre sus pajes, Richard Gibson, quien la dejó no se sabe si por mandato del rey o porque se casó con una tal Anne Sheppard, compañera de condición. Sea como fuere, Henrietta Maria, al parecer aficionada a los enanos, había perdido el suyo, por lo que aprovechó la coincidencia con Jeffery y de inmediato lo tomó a sus órdenes.

Tyrion

En la corte, el hijo del carnicero fue reconocido por una actitud entre amable y sumisa, caracterizada por “no esperada. nada más que humildad”. Su condición de enano inspiró un par de poemas ―The New Yeere’s Gift, de 1636, y Jeffereidos, de 1638 (probablemente de Davenant) ― pero sobre todo burlas y chistes a sus costillas, de las cuales quizá, al principio, él también se reía, hasta que envejeció y ya no le parecieron tan graciosas.

En una ocasión, durante la temporada que vivió en Nevers, Francia, quiso defender su honor y retó a duelo a Mr. Croft, hermano de un Lord que cometió el soberbio error de acudir a la cita armado de un aparato para lanzar chorros de agua, con el cual creyó que extinguiría tanto a su adversario como la pólvora que este portaba. Jeffery, que dio al reclamo la seriedad que ameritaba, mató a Mr. Croft en la primera oportunidad que tuvo.

La noticia del duelo ha sido corroborada por una carta que la reina envió al cardenal Mazarino el 20 de octubre de 1644, en la cual le pedía al regente de Francia que se ocupara personalmente del asunto. Por su acción el enano perdió el favor de la aristocracia, pero al menos no fue encarcelado. Pasó tiempos difíciles: unos piratas turcos lo capturaron y lo llevaron a vivir a la Berbería, y ese fue apenas uno de sus infortunios.

Para 1660, cuando Charles II fue restituido en el trono de Inglaterra, Jeffery volvió pensando que podía volver a ingresar al círculo cortesano, pero al parecer ya nadie se interesaba en él. Algunas historias lo ligan con el “Popish Plot”, una conspiración falsa que bajo el propósito de matar al rey, en realidad buscaba despertar el anticatolicismo de Inglaterra. Jeffery fue juzgado y recluido en la prisión de Gatehouse durante algunos meses de 1679, pero registros del Servicio Secreto de los años siguientes muestran que recibió dinero por algunas labores, por lo que parece ser que no sólo fue liberado pronto, sino que incluso terminó sus días como espía del gobierno.

Con información de History Today