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Tal vez el silencio sea solo un estado utópico; este genial ejercicio colaborativo se ha propuesto descubrirlo en una poética cartografía.
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Imagen: cortesía de Hiroshi Sugimoto

 

El silencio es una compañía un tanto paradójica. Por un lado es esa textura perpetua, que yace al fondo de innumerables capas y texturas sonoras. Pero también es, o al menos parece, siempre efímero, incluso por momentos un estado inalcanzable. Siempre latente, aunque cuando lo alcanzas incluso dudas del encuentro, y para cuando estás listo para aceptar su existencia entonces, muy probablemente, ya se habrá ido.

John Cage dedicó una porción importante de su vida y obra a reflexionar sobre el silencio, a jugar con él y estudiar su elusiva anatomía. Tal vez lo hizo bajo la premisa de que a fin de cuentas, al igual que sucede con los espacios en blanco dentro de un texto, es precisamente ese lienzo pasivo el que le da sentido a cualquier discurso –sea literario o sonoro. Y esta silenciosa exploración que el brillante compositor estadounidense llevó a cabo alcanzó su esplendor en la obra 4’33” (1952).

Durante cuatro minutos y treinta y tres segundos lo único que se escucha es un utópico silencio –o mejor dicho todo lo que rodea a los intérpretes mientras ellos simplemente se abstienen de emitir cualquier sonido. De alguna manera esta histórica pieza manifiesta la imposible naturaleza del sonido, es decir, Cage enfrenta a la audiencia a los sonidos que ella misma produce –ya sea el frotar de su pantalón contra la butaca, el ruido que produce al exhalar, o incluso el propio latido de su corazón. 

Para honrar este tributo al silencio, el MOMA de Nueva York, ha lanzado una invitación para que las personas graben su silencio (tal vez ningún silencio es igual a otro), y compartan el archivo en Soundcloud, de donde los organizadores lo extraen para incluirlo en un mapa.

Hasta ahora esta poética cartografía incluye silencios de una cueva en Brasil, una biblioteca en Florida, un atardecer en Sevilla o un hospital en Tokio. El ejercicio, más allá de su estética colaborativa, es un delicioso pretexto para reflexionar sobre la naturaleza de este paradójico acompañante. Para consultar el mapa, sigue este enlace.

Twitter del autor: @ParadoxeParadis