En el mundo hay un desencanto generalizado por la democracia, porque problemas históricos persisten, como la pobreza o los privilegios fiscales, aunque lo que es cierto es que hay ciertas luchas de derechos que se han cumplido: hace cincuenta años las mujeres no podían votar, o una persona negra estaba impedida para sentarse en el mismo lugar que los blancos.
En este sentido, al parecer ahora toca el turno, aunque tardíamente, a los derechos de los animales. Ellos también sienten, y en mayor o menor medida, según el animal, piensan. Afortunadamente, esta cultura, aunque poco a poco, va permeando la mente de la población, lo vemos con ejemplos explícitos como las luchas por el impedimento de las corridas de toros u otros casos, en los que se pretende eliminar los shows cuyo atractivo está relacionado con el sufrimiento de los animales.
En los circos pasa algo similar, pero afortunadamente está cambiando: a nivel internacional lugares como Suecia, Finlandia y algunos sitios de Grecia, prohibieron todo espectáculo con animales. En el caso de Austria y Croacia, también se ha prohibido el uso de animales en circos; e incluso en lugares como la India, Singapur, Costa Rica, Israel y Argentina hay casos parecidos.
En México, hace unos días, por primera vez, el estado de Querétaro, prohibió el uso de animales en los circos en esta demarcación. Como buen ejemplo sobre lo que un legislador con interés social, o al menos con sentido estratégico para quedar bien con la ciudadanía, debe hacer, el diputado Antonio Franyuti, según datos del diario Milenio, buscó a la organización en favor del cuidado de los animales, Anima Naturalis, para crear una iniciativa que prohibiera el uso de estas especies con fines de espectáculo en el circo.
El pasado viernes 6, finalmente el congreso de Querétaro prohibió el uso de animales en los circos. Según el diario digital animal político, en el Distrito Federal se encuentra una iniciativa de la misma índole, próxima a votarse.
Podrías apoyar esta campaña en las redes sociales de Anima Naturalis, pues, a fin de cuentas, ¿quién mentalmente equilibrado podría estar realmente en contra de evitar el sufrimiento innecesario de cualquier ser viviente?
