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El Lago Atitlán en Guatemala es uno de los recintos naturales más impresionantes del continente y el mundo, un enclave custodiado por tres imponentes volcanes y numerosas leyendas en torno a su origen.

(Fotografía de Iñigo Escalante)

Considerado por sus primeros exploradores uno de los lugares más hermosos del planeta, el lago guatemalteco de Atitlán es una de las maravillas geológicas naturales más sorprendentes del país y del continente, rodeado además de un aura de misterio tejida de leyendas en torno a su origen y sus propiedades, una suerte de polo enigmático donde convergen distintas creencias que en la serenidad de sus aguas y la majestuosidad de los tres volcanes que lo resguardan, encuentran una armónica comunión.

Situado cerca de la costa que Guatemala tiene en el Océano Pacífico, el Lago Atitlán es el cuerpo de agua más profundo de Centroamérica, con casi 350 metros, mientras que su extensión ronda los 18 kilómetros. Se dice que su nombre proviene del náhuatl y significa “en el agua”, una expresión que en su sencillez da un idea de la reverente impresión que debieron sentir aquellos que se atrevieron a imponerle un nombre a este lago; aunque otros dan por buena la etimología maya del vocablo que podría significar “agua sagrada”.

Mucho de este sentimiento sobrecogedor proviene no solo de la belleza indiscutible del Atitlán, sino también de los tres imponentes volcanes que rodean la caldera (la depresión que se forma justamente por una explosión volcánica): uno al sur que tiene el mismo nombre que el lago y otros dos, el San Pedro y el Tolimán, al interior mismo de la caldera. Por edades, el San Pedro es el más viejo (nacido hace casi 40,000 años), seguido del Tolimán y al final el Atitlán (con 10,000 años), este último todavía activo aunque su última erupción registrada fue en 1853.

(Fotografía de Edgar de León)

En cuanto al misterio que rodea la región, citamos dos ejemplos. Uno tomado de los anales antiguos sobre el origen del lago y otro sobre una investigación arqueológica que pretende haber descubierto una ciudad sumergida por las aguas del Atitlán. La leyenda, por cierto, tiene ese estilo precolombino que genera la impresión de originalidad conservada a través de los siglos.

Cuentan que esto sucedió hace mucho tiempo, cuando los Cakchiqueles dieron muerte a saetazos a Tolgom. Este suceso permitió que la punta del cerro del lanzamiento de Tolgom se volviera muy famosa.

Los Cakchiqueles arrojaron a la laguna los pedazos de Tolgom y se marcharon más allá de Qakbatzulú. Luego de esto, se sumergieron dentro de la laguna. Cada uno pasó ordenadamente y sentían mucho miedo, pues la superficie del agua se agitaba fuertemente.

De allá se dirigieron a Panpatí y Payán Chocol, practicando sus dones de hechicería. Estando en Chitululse toparon con nueve zapotes.

Posteriormente los guerreros, entre ellos Gagavitz y su hermana llamada Chetehauh, decidieron parar y construir sus casas en la punta llamada actualmente Qabouil Abah. Sin razón alguna, un día Gagavitz decidió arrojarse al agua convirtiéndose en la serpiente emplumada.

Al instante se obscureció el agua, se levantó un viento y se formó un remolino que acabó de agitar la superficie del lago.

En la orilla del agua estaban las siete tribus, quienes al ver lo ocurrido dijeron a los descendientes de los Atziquinahay:”Acaba de agitarse la superficie de nuestra laguna, nuestro mar, ¡oh hermano nuestro! Que sea para ti la mitad del lago y para ti una parte de sus frutos, los patos, cangrejos, pescados”.

Consultaron entre ellos y brindaron la siguiente respuesta: “Está bien, hermano. La mitad de la laguna es tuya, tuya será la mitad de los frutos, los patos, cangrejos y pescados, la mitad de las espadañas y las cañas verdes. Y así también juntará la gente todo lo que mate entre las espadañas”.

De esta manera fue hecha la división del origen del Lago de Atitlán.

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Cuando hicieron todo esto no había brillado la aurora todavía, según contaban, pero poco después les alumbró.

(Fotografías de James Abraham)

Por su parte varios arqueólogos guatemaltecos han investigado desde hace unos años la existencia de una isla en medio del gran cuerpo de agua, la llamada Samabaj, en donde al placer floreció una comunidad que eventualmente quedó sumergida por el aumento en el nivel del lago Atitlán. Los secretos de esta ciudad poco a poco van saliendo a la luz, y de momento solo se sabe que lo mismo había estructuras habitacionales que otras un tanto más elaboradas que parecen destinadas a otros fines, posiblemente religiosos.

Si este es el caso, no imaginamos un escenario más propicio para atraerse el favor de los dioses y las potencias que este prodigio de la naturaleza enclavado en el país de Guatemala.

Con información de Wikipedia, Mitos y leyendas y Pueblos originarios