La época dorada de la cocaína: entre el lujo y el estímulo
Buena Vida
Por: Juan Pablo Carrillo Hernández - 08/05/2011
Por: Juan Pablo Carrillo Hernández - 08/05/2011
«¡Adelante… lo mereces!» era la frase destacada en un anuncio publicitario que promocionaba elegantes pajillas hechas de marfil diseñadas para inhalar cocaína.
Podría decirse que la cocaína siempre ha gozado de un estatus singular en el muestrario contemporáneo de las drogas más conocidas y populares. Al menos desde las últimas décadas del siglo XX, la cocaína conserva en torno suyo un cierto halo de suficiencia monetaria, de adinerado y recién adquirido glamour que otras drogas no poseen —y quizá también el mal gusto del arribista, ese que no podrá evitar nunca que lo cataloguen dentro de los nuevos ricos.
Aprovechando esa personalidad que parece tener la llamada “caspa del diablo”, este nose candy que poco tiene de infantil, hubo una época en que la compañía L. Bandel puso a la venta exóticos aspiraderos fabricados artesanalmente en genuino marfil africano («la superficie ideal para la coca»), haciendo ver su producto como una recompensa más que merecida para el businessman, el bon vivant que no repara ni escatima en lujos ni calidad con tal de obtener un producto digno de su categoría y clase. Aquí el texto íntegro con que L. Bandel ponderaba sus artículos:
«Cuando usted trabaja muy duro y con éxito, disfruta a veces comprar algo simplemente por su belleza. Para aquellas personas que aprecian la belleza por la belleza misma, L. Bandel presenta Ivory Snow [“Nieve de Marfil”]
»Cada una de nuestra cucharas exóticas, pajillas y viales ha sido delicadamente tallado por hábiles artesanos en los más finos cortes centrales de marfil africano importado... la superficie ideal para la coca. Ideal porque ahí la humedad no se condensa, ninguna partícula se adhiere a su superficie. La calidad única, junto con la exquisita belleza de cada diseño tallado a mano, hace que cada pieza valga su peso en nieve».
En contraste con los años en que la cocaína y sus efectos todavía estaban por descubrirse y estos últimos en que parece no haber ningún tipo de tregua para ninguna de estas sustancias socialmente estigmatizadas, la época de L. Bandel y sus aditamentos dan la impresión de pertenecer a una nevada Edad de Oro de la cocaína.