*

Los privilegios de la corporatocracia: Wall Mart demasiado grande para ser demandado

Por: Jimena O. - 06/22/2011

En un caso histórico, la Suprema Corte de Estados Unidos negó el derecho a 1.6 millones de mujeres de demandar a Wal Mart, mostrando que las grandes corporaciones están por encima de la ley que rige la vida de los ciudadanos comunes.

En una decisión histórica que reafirma el privilegio del que gozan las grandes corporaciones en Estados Unidos (y en todo el mundo en general), la Suprema Corte de Justicia rechazó la demanda colectiva de 1.6 millones de mujeres contra Wal Mart por discriminación de género. El caso habría sido el más grande en la historia de las cortes de Estados Unidos relacionado con discriminación de género, habría significado miles de millones de dólares y, lo que es más importante, pudo haber sentado un precedente de empoderamiento de la gente frente a la explotación corporativa. Lamentablemente ocurrió todo lo contrario.

Con una votación de 5 a 4 la corte determinó que no había suficiente evidencia para probar que Wal Mart tenía una política en común para evaluar a sus trabajadores en su más de 4000 mil tiendas en Estados Unidos, razón por la cual se consideró que las mujeres no podían demandar colectivamente.

Peter Goodman escribe en el Huffington Post un interesante artículo en el que explica el tejemaneje detrás de este caso y por qué es emblemático de la impunidad con la que se manejan las corporaciones en Estados Unidos. Goodman señala que los jueces han dado a los futuros historiadores un «claro símbolo de cómo Estados Unidos se ha convertido en una gigante  comunidad enrejada, disfrutada por los poderosos, con la mayoría de los ciudadanos viviendo por fuera, luchando por alimentarse».

Wal-Mart, con la felixibilidad que le otorga ser una multimillonaria corporación, es, según su conveniencia, una multiplicidad acéfala o una empresa monolítica que se beneficia de su enorme tamaño.

«Como la más grande minorista de la Tierra, la compañía generalmente puede dictar los términos en los que se negocia con miles de comerciantes que llenan sus estantes con bienes a precios reducidos, alimentándose de fábricas en China e intermediarios en Latinoamérica. Wal Mart tiene el hábito de colocar múltiples órdenes con múltiples fábricas de los mismos productos y luego forzarlos a aceptar precios más bajos de último minuto o hacerlos acabar con nada».

La Corte determinó que las mujeres no pueden agruparse en una misma clase ya que trabajaron en distintas tiendas a lo largo de Estados Unidos, haciendo sus experiencias individuales.

En otras palabras, el hecho de trabajar para un único y enorme empleador cuyas decisiones son tan influyentes que pueden modificar los precios de ciertos bienes en todo el mundo, no se traduce en una experiencia común. Según el argumento del tribunal, entonces, cada Walmart es una unidad separada. Cuando Walmart establece los precios de los artículos que compra en México  o en China puede ser un leviatán sin ningún problema, pero cuando sus empleados quieren unirse para alegar abusos, entonces Walmart se convierte súbitamente en una serie de misceláneas o"tienditas" que por casualidad tienen el mismo nombre.

La Corte sugirió que los trabajadores continúen el proceso en demandas individuales, pero esta no es una opción para empleados que ganan salarios mínimos contra, ahora sí, un gigante como Walmart que cuenta con los mejores abogados y un poderoso lobby.

Por si eso fuera poco el juez Antonin Scalia notó que Walmart tiene escrita una política que evita la discrimación: el solo acto de escribir esto en sus instalaciones, como por un acto de alquimia legal, le confiere inmunidad contra reclamos de una violación en esa política.

«Para la sociedad estadounidense la decisión es poco menos que un desastre, una afirmación formal de la Suprema Corte que comprueba que las mega corporaciones gozan de derechos especiales que se niegan a las personas que dependen de sus sueldos para pagar sus cuentas».

Y el abismo cada vez se hace más grande: tan sólo el año pasado los grandes banqueros del mundo, quienes jinetean el dinero de las masas, se aumentaron sueldos en un 36%. No hay duda que la forma de gobierno en la que vivimos es la corporatocracia —con su variante, la CEOcracia.

[Huffington Post]