“-¿Se va a cortar las barbas?-le pregunta un periodista a Diego Fernández de Cevallos, en la puerta de su casa al día siguiente de la liberación de su secuestro.
-Estoy pensando en recortármelas-contesta Diego Fernández de Cevallos-porque así parezco santo o pordiosero.”
Como dice el dicho “genio y figura hasta la sepultura”, ahora que también pudiera decir el dicho “merolico y figura”, porque el “jefe” Diego, siempre ha vivido del verbo. A golpe de discursos ha ganado fortunas. Ha sido un ideólogo parlanchín de la derecha mexicana, quizá el más importante que ha tenido, después de Salinas de Gortari, que utiliza el micrófono para atacar a sus enemigos y aprobar leyes en la “máxima tribuna del país” que benefician a los poderosos.
Su compadre el Chupa Cabras, acaba de soltar una propuesta conmovedora: “es el momento de los ciudadanos participativos” y agrega una bomba: “apostar por la acción ciudadana y pasar de sólo votar, a formar una democracia ciudadana”, no sin antes condenar “los efectos nocivos que sobre el país han tenido el neoliberalismo y el populismo”. ¡Ay ojón! Este Salinas, está más grueso que los “misteriosos desaparecedores”, pues acaba de desaparecer seis años de la historia del siglo XX: ya no están, se fueron, nunca existieron los años 1988 a 1994.
Yo propongo, ahora que Diego está tan tierno y complaciente, que se le practique un estudio completo de su personalidad. Un estudio de su condición física, un estudio toxicológico, de alcoholemia, una prueba con el polígrafo, un análisis psicológico, la confesión con su confesor preferido, la prueba de ADN, y claro, además un estudio de su situación económica, financiera, los movimientos en sus cuentas de banco y de bolsa. Obviamente, que los resultados se den a conocer a la opinión pública a través de una película que se podrá llamar “El regreso del Jedi”.
La bachicha
La fuga de los 140 reos del penal de Nuevo Laredo, Tamaulipas ¿a qué género de la literatura pertenece? A la comedia ligera de vodevil, sin duda.