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Una nave espacial avistada en la Universidad Iberoamericana, la noósfera de Teilhard de Chardin y el sueño de una fiesta orgiástica se entrelazan en la primera colaboración de Moth Turner.

Critique Magazine: Well Terenece I was wandering what is you think the ultimate Goal of Human Evolution?

Terence Mckenna: Oh, a good Party.

El jardín de la biblioteca de la Universidad Iberoamericana lleva el nombre de Pedro Teilhard de Chardin. No es, por supuesto, más un paraíso que cualquiera otro jardín urbano, con apenas unas flores blancas en las orillas, casi invisibles, y un pasto enfermizo, parece más un potrero que una delicia para el recreo del cuerpo y las fragancias de la reminiscencia. Sin embargo yace en una suerte de pequeño abismo amurallado por ladrillos rojos, que sólo permite mirar hacia arriba, donde la única visión posible es el azul del cielo angulado por una esfera colgante de metal plateado que reproduce el infinito de Moebius. La mayoría de los alumnos que salen al jardín lo hacen para fumar o aplacar la insistencia de sus teléfonos celulares. Yo salí de la biblioteca una vez con un libro de Teilhard de Chardin en la mano y, entre pausas reflexivas, contemple el crepúsculo a través del circuito espiral de Moebius...

Años atrás, en otro presente que me hizo una institución educativa, tal vez el único otro presente que me haya hecho una institución, había leído, entre los últimos capítulos de la Antología de Textos Científicos de la Preparatoria Abierta de la S.E.P., un texto de Teilhard de Chardin, un texto increíble, todo lo más increíble por encontrarse en ese sitio. En esos tiempos pululaba entre nosotros, hijos de la psicodelia y los mísiles de la conciencia, una ola milenarista de despegue, de abejas que eran astros. Encontré en Teilhard de Chardin las bases teóricas para explicar lo que estaba pasando (o creía que estaba pasando). Incluso llegue a abrazarlo como quien abraza la efigie de un santo antes de entregarse al sueño, una efigie que era una cosmonave. Pedro Teilhard de Chardin fue o es un hombre peculiar (nunca sé si decir fue o es, pues Teilhard como todos nosotros recorre el camino-espiral de Escher-Moebius), tempranamente movido por una inquietud gnóstica se acercó a la religión católica y se ordeno jesuita, sin embargo, no le basto consagrarse al estudio del Verbo, o al menos no de una manera ordinaria. Poseedor de una mente apta para las ciencias, y en plena época de discordia darwiniana, Teilhard inició estudios de paleontología y más tarde de biología evolucionista. Pasó largas temporadas en excavaciones buscando los restos del hombre primitivo. En una de ellas descubrió el hoy llamado Hombre de Pekín. Pero, no menos importante, fue otra ocasión en la que se encontraba en las ardientes arenas de Egipto, en la cual, nos dice, tuvo contacto con el Cristo Cósmico. Después de está revelación Teilhard empezó a construir una obra que se disparó por encima de los cánones de la religión establecida y que le valió la reprobación de sus congéneres. La obra de Teilhard postula una evolución de la conciencia ligada estrechamente a la evolución de la materia, una conciencia que existe en la materia y como ella se despliega y complejifica. Cuando las moléculas se juntan a otras moléculas y forman organismos más complejos, la conciencia también se junta y forma conexiones cada vez más complejas. Por decirlo de otra manera: el universo es una semilla explosiva de conciencia que crece bajo las condiciones propicias. Y es esto lo que sucede en la Tierra, donde la complejidad-conciencia ha llegado a un punto de activación autoreflexiva que permea al planeta entero como una "membrana continua de lo Pensante", que Teilhard llamó noósfera, del griego "nous" que significa inteligencia. Y ¿acaso no parece la tierra un enorme cerebro, con sus mares de espacio sináptico, ríos y cordilleras de dendritas y hombres saltando por las praderas como neuronas buscando la conexión secreta,? Noósfera nosotros. Antes que Lovelock, Teilhard ya había esbozado la teoría de Gaia. Pero eso no es todo, Teilhard, con fe refulgente, creyó ver en la temperatura del planeta otro tipo de calentamiento global, un calentamiento psíquico que haría pronto al planeta dar un salto cuántico hacia una altura cósmica de energía consciente. La Tierra, la nave espacial que despega.

Casi medio siglo después de Teilhard de Chardin, Rupert Sheldrake,un biólogo de la Universidad de Londres desarrolló su teoría de la resonancia mórfica, teoría que postula una transmisión horizontal de información sutil o epigenética entre los miembros de una especie, la cual puede modificar la estructura genética de una especie entera a partir de que un número crítico de individuos de alguna manera altere su propio organismo. Algo así como un éter que irradia información transpersonal, un inconsciente móvil y colectivo de los genes, un Chernobyl de códigos luminosos. Bajo está teoría es posible ver la realización del sueño de Teilhard: un grupo de hombres, Cristos o mutantes, en la cresta de la ola, que se encienden y en su estallido de conciencia encienden el mar. Y para acabar de redondear el boom conectivo, al principio de la década de los ochenta, al tiempo que Sheldrake desarrollaba su teoría, un grupo de estudiosos del calendario maya y exploradores de la biblioteca cuyo nombre es el cerebro humano, consensaban , apoyados en el fin del calendario y en lo que la ola del tiempo les decía, que se acercaba el fin de una era y se acercaba el principio de otra, el amanecer prometido del jardín perdido. Y por tantos y tantos lados la gente empezó a conectarse con la idea, en una confluencia que parecía milagrosa, la llamaban de mil maneras: La nueva Era, La Era de Acuario, La Edad de Oro,El Fin del Kali Yuga, La Nueva Atlantis, La Nueva Tollan, Zión, Baraka, Utopus Uranus, La Activación de la Glándula Pineal, El Apocalipsis, 13 Baktun, La Llegada de la Gente de las Estrellas, La Caída de Babilonia, El Vuelo del Dragón, El Matrimonio Sagrado de la Tierra con el Cielo, La Puerta Violeta, La Espada de Fuego del Arcángel, El Rayo de St.Germain, El Renacer del Fénix, El Reino de Dios, La Luz del Amor y demás rótulos evocadores de best sellers de Metafísica o títulos del canal de television Infinito que por cierto tiene como logo un anillo doble de Moebius. Nueva e incontrovertible información aparecía todos los días, meteoritos avistados por los más destacados astrónomos, plétoras de conjunciones planetarias y hasta galácticas: nuestro sistema solar se mueve hacia el interior de la espiral de Orión acercándose a la luz maternal del sol central, Mama Alcione, llamaradas solares que alteran los Ejes Mágneticos, manuscritos desenterrados escritos en arameo o en sánscrito y hasta en lenguas extraterrestres, “Selamat Ja, hermanos de Terra los recibimos con amor desde el seno de la Federación Galáctica”, canalizaciones de numerosas entidades celestes por individuos en sus ranchos de Montana o Idaho, redes de luz “sin fin de lucro” deshermetizando las claves del misterio, cumplimientos puntuales de las profecías, extraño comportamiento en los delfines nariz de zafiro, sincronías y deja vús incesantes, cada vez más, decodificación de mensajes, Psychic TV, el graffiti dice justo lo que acabo de pensar, que bueno que viniste por aquí, justo te estaba buscando desde hace 10 mil años, amigos que te decían ya viste lo del dreamspell, sí lo acabo de ver, y tu que signo eres, yo soy espejo blanco cósmico y tú? yo soy viento de cristal magnético, ah tú eres mi signo resonante, con razón, con razón...Con ojos encendidos de felinos eléctricos en las noches de diamante, con flores de ololiuqui en las orejas, con el lenguaje universal de la fotopatía, bajando de la montaña en la que Kerouak ayunó más días que Cristo, con una luna de dharma como arma en el pecho, con carcajadas largas como barbas de sadhu extendiéndose por los bosques que crecían por encima de las banquetas y de las catedrales, trepándonos a los árboles que rascaban el cielo lleno de cometas, íbamos volando a una fiesta... “Door, tengo el presentimiento de que ya no estamos en Kansas”. "No ,que no puedes ver el arco iris que atraviesa todo el mundo, ahí está, ahí , aquí...jajaja…". Sí , estamos al borde ya de iluminarnos (100 monos del superhombre) como ese dedo de dios eléctrico saliendo del cielo siempre, sólo extiende tu mano, y conectate… sí, la fiesta está a punto de empezar.

Me acerque al centro del jardín, justo debajo de la esfera de Moebius, estuve un rato repitiendo las palabras de Teilhard de Chardin "este nuevo acrisolamiento, este mismo Hombre, paradójicamente, está resurgiendo más que nunca de la cabeza de la Naturaleza, puesto que, justamente por haberse refundido con la corriente general de una Cosmogénesis convergente, adquiere a nuestros ojos la posibilidad y la calidad para tomar, en el corazón del Tiempo y del Espacio, un punto singular de Universalización...". Me decía estas palabras y veía una telaraña de luz en mi interior, anudándose en un espacio de nuevas constelaciones, de nodos que palpitaban. Abrí los ojos y pude ver un tejido de luz como una madeja iridiscente que salía de mi vientre, como si tuviera miles de ombligos y se enramaban con la estructura de Moebius formando un infinito doblemente tridimensional, por donde fluía un líquido translúcido que parecía reír como un niño en una resbaladilla de plasma. Extendí un poco más mi mirada, atravesando la sintaxis de fulgores, y vi en el cielo un ojo de luz parpadeante, un pájaro-estrella que me observaba y si yo me movía hacia la derecha él se movía a la derecha o a la izquierda. Después de un rato de seguimiento centinela, ensaye una danza, algo así como un morningtrance, y la nave-ave-alma increíblemente imitaba, excitada, la dirección de mis movimientos. Yo siempre había querido ver una nave espacial y justo en el momento en el que más claro podía ver ahí estaba la nave, la confirmación, la palabra flotando en el cielo...

Ese mismo día, saliendo de la escuela volteé a ver el cielo y vi otra luz, me detuve unos momentos y vi como un avioneta salía de una nube delgada y se perdía en la estratósfera. En ese momento no le di vueltas al asunto, me subí a mi automóvil y encendí el stereo y encendí mi pipa de medusas de cristal y en verdad que las calles eran livianas, como hechas de aire. No recuerdo lo que hice después, creo que fui a casa de un amigo a jugar Play Station.

Muchas cosas fueron pasando, tan imperceptiblemente que no puedo relatar, bien a bien, como fue que yo tomé un trabajo en la empresa de mi padre, como es que el próximo verano me voy a casar con una mujer que piensa que Hermes es solamente una marca de ropa y que la última vez que vi a uno de mis amigos me platicó de un reptil que se salía de la televisión y se metía a sus sueños y le oprimía una parte de su cerebro para que se le olvidara que él era Cristo, pueden creerlo, está completamente loco.

Acerca de mi avistamiento, poco a poco me di cuenta que probablemente lo que había visto era algún tipo de avión atravesando las nubes y el smog y que la red de luz que había visto no era más que la proyección de los fósfenos en el aire después haber tenido tanto tiempo los ojos cerrados o en todo caso una alucinación provocada por el influjo de los textos y un poco de Wishful Thinking freudiano. Acerca del sueño que en ese entonces compartíamos de que el mundo se iba transformar, pues poco a poco nos fuimos olvidando de él, como pasa con todos los sueños. Pues nos habían dicho que ya estaba programada la fiesta, que faltaba poco, pero siempre, por una razón u otra, nunca llegaba el día. A veces en las noches cuando no puedo dormir me pongo a pensar en qué sería si la fiesta hubiera empezado mientras seguíamos esperando la mítica invitación... a que pasara por ti la nave. En el duermevelo alcanzó a ver a los amigos que deje de ver y a un niña que me gustaba mucho de esa época con la que soñaba sueños divinos: los veo en el bosque con máquinas orgánicas y auras de colores, bailando en la pardera, puedo ver el agua de sus cuerpos como un río azogado de mandalas y estrellas y una sonrisa que es como el sol que abre el cielo... casi parece que están ahí por mí… todos me miran y ella en especial… Por suerte después de un rato estas imágenes se desvanecen y me quedo dormido profundamente, sin recuerdos.

Blog de Andrés "Moth" Turner: Moth Turn Sun