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Científicos del J. Craig Venter Institute confesaron haber graffiteado, inscribiendo su nombre, la primera muestra sintética de una bacteria de ADN
Lo que podría ser la muestra más pequeña de un tag (firma característica de la práctica del graffiti) fue creada en un microscópico canvas dentro de un laboratorio: la piel de una bacteria sintética de ADN, desarrollada por un grupo de expertos genetistas en el J. Craig Venter Institute. Los autores de este significativo logro científico decidieron, sin compartirlo con nadie, inscribir sus nombres y así firmar secretamente su obra, al estilo de los graffiteros en las calles del mundo. Para algunos esto ha sido una acción artística, con un toque “vandálico”, mientras que para otros no ha sido más que un tributo al ego de cada uno de los participantes. A pesar de lo extravagante que puede sonar este graffiti digital, esta no es la primera vez que se inscribe algo dentro de un micro organismo. En 2003 un grupo de científicos alemanes “insertó” un poema en latin dentro del genoma de una planta. El lado oscuro de este descubrimiento, el hecho de que se pueda marcar una unidad genética sin que esto altere su funcionamiento, es la posibilidad de que se utilize este recurso para sellar productos animales o vegetales, y con esto alcanzar un climax en la filosofía pro copyright: por ejemplo las poco éticas trasnacionales que distribuyen granos alrededor del mundo, podrían etiquetar sus cultivos y tener los derechos de propiedad intelectual sobre variaciones genéticas de un cierto producto. Aunque suene algo apocalíptico este probable fenómeno del copyright genético, no hay que descartarla como uno de los shadow trends que se perfilan para la próxima década. Por ahora, lo que parece evidente, es que nuestro planeta necesita más graffiti y menos propiedad intelectual…
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