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Los trastornos de ansiedad son las afecciones mentales más comunes en la población mundial. Gracias a las neurociencias, un reciente descubrimiento a nivel molecular podría convertirse en un tratamiento efectivo.

¿Conoces alguna persona que no sienta ansiedad ocasionalmente? La vida es problemática y sobreviene como un hecho psicológico. Sin embargo, los trastornos de ansiedad implican preocupaciones, miedos o terrores excesivos y persistentes en situaciones de lo más variadas, pasadas, presentes y futuras. Se tratan del grupo de afecciones mentales más común entre la población mundial y cuyas primeras manifestaciones se dan durante la infancia o la adolescencia, pudiendo continuar a lo largo de la edad adulta. Quienes padecemos este tipo de trastornos nos encontramos con episodios repetidos de ansiedad desproporcionada.

Estos eventos pueden magnificarse en cuestión de minutos en lo que se conoce como un “ataque de pánico”, reconocible tanto por síntomas físicos, palpitaciones, elevación de la frecuencia cardíaca, sudoración, temblores y escalofríos, sensación de ahogo o falta de aliento, opresión torácica, náuseas o molestias abdominales, hormigueo o entumecimiento, inestabilidad, mareo o desmayo, así como por síntomas psicológicos, una sensación de irrealidad o de estar separado de uno mismo, miedo a morir y miedo a perder el control o la cordura. Estos trastornos pueden interferir con las actividades diarias por ser difíciles de controlar. Otra de sus consecuencias consiste en evitar lugares o contextos que se interpretan como catalizadores de estos episodios. Algunos ejemplos son: el trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno de ansiedad o fobia social, y el trastorno de ansiedad por separación. Lamentablemente, es posible que una persona padezca más de una de estas afecciones.

Encontrar mejores explicaciones de este mal podría ser una ayuda para la calidad de vida de una minoría creciente en el mundo. Algunos medicamentos pueden aliviar los síntomas relacionados, pero los expertos todavía se ven incapaces de determinar exactamente qué sucede en el cerebro de las personas con estos trastornos. Encontrar el fármaco o la combinación de fármacos adecuados representa un proceso de prueba y error que requiere tiempo. Sin embargo, uno de estos descubrimientos optimistas, llevado a cabo por un grupo de investigadores del Reino Unido, es el de un "gen de la ansiedad" en el cerebro de los ratones, algo que podría permitir el desarrollo de un tratamiento natural basado en desactivarlo.

El experimento en cuestión consistió en inmovilizar a un grupo de control de estos roedores por espacio de seis horas. Bajo estrés inducido, se aplicó a sus cerebros un análisis molecular focalizado en la amígdala, la zona subcortical implicada en los estados de ánimo, lo que reveló altos niveles de cinco moléculas de ARN, “microARN” o “miARN”, las cuales ayudan a determinar qué genes en una célula se expresan y cuáles no. Cuando los investigadores observaron con mayor cuidado la molécula que alcanzó los niveles más altos, “miR-483-5p”, esta suprimía la expresión del gen “Pgap2”, supresión que aparentemente alivió el estrés y redujo el comportamiento relacionado con la ansiedad de estos mamíferos. De acuerdo con la neurocientífica Valentina Mosienko, integrante del experimento:

Estas moléculas han mostrado estar estratégicamente preparadas para el control de afecciones neuropsiquiátricas complejas como la ansiedad. Sin embargo, los mecanismos moleculares y celulares que utilizan para regular la resiliencia y la susceptibilidad al estrés eran hasta ahora en gran medida desconocidos. La vía miR483-5p / Pgap2 ofrece un enorme potencial para el desarrollo de terapias contra la ansiedad.

Si el futuro nos sonríe y más investigaciones reproducen este descubrimiento en el cerebro humano, este gen de la ansiedad y su supresión podría servir para mejorar las perspectivas de futuro de las personas que manejamos el día a día con trastornos de ansiedad, situación bien difícil. En palabras de la escritora y activista neerlandesa Corrie Diez Boom:

Preocuparse es llevar la carga de mañana con las fuerzas de hoy, llevar dos días seguidos. Preocuparse no vacía el mañana de su dolor, vacía el hoy de su fuerza.