Un artículo en la revista Gatopardo recoge una critica que hizo Paulo Coelho hace unos años en el diario brasileño Folha de São Paulo. El autor brasileño se atrevió a sugerir que la obra de James Joyce era puro estilo, sin profundidad. Dice Coelho:
Los autores de hoy quieren impresionar a sus pares […]. Uno de los libros que hizo este daño a la humanidad fue Ulises [la novela de James Joyce], que es sólo estilo. Ahí no hay nada. Si diseccionas Ulises, sale un tuit.
Resulta totalmente insólito y falto de autorreflexión que Coelho hable incluso de un daño a la humanidad realizado por una obra como Ulises, considerada una de las más importantes de la literatura mundial por buenas razones.
Pablo Coelho se destaca como uno de los autores más identificables con el fenómeno moderno de la literatura para el consumo de las masas, con una orientación fundamentalmente comercial. Pero no sólo es el autor más representativo de la literatura comercial, también lo es de lo que él llama una simplificación, pero que podría llamarse también una representación diluida o rebajada de la sabiduría filosófica y religiosa para atraer a lectores con poca formación, algo que caracteriza al new age.
En una era donde la literatura se ha convertido en un producto de consumo masivo, la figura de Coelho resalta como uno de los fenómenos editoriales más llamativos, con más de trescientos veinte millones de ejemplares vendidos y traducciones en ochenta y tres idiomas. Si bien esto no debe descartarse del todo, pues es indudable que Coelho tiene cierto talento para comunicar historias en un lenguaje popular, al criticar a Joyce y reflexionar sobre el deber de la literatura, Coelho da un salto ilegítimo a una liga superior y obliga a que su obra sea juzgada desde la perspectiva de lo literario.
Coelho ha declarado que su misión es hacer que "lo difícil parezca simple", criticando la complejidad estilística de obras como Ulises. Para él, el estilo es un obstáculo para la comunicación con "el mundo entero". Esta perspectiva contrasta fuertemente con la de Joyce, cuya obra es un ejemplo brillante de la experimentación literaria y la profundidad del lenguaje.
James Joyce, junto con otros escritores modernistas como Virginia Woolf y Marcel Proust, veía la literatura como un espacio para explorar las complejidades de la existencia humana, siempre desde la forma, con una profunda preocupación estética. Sin embargo, aunque la obsesión por la forma y el sonido del lenguaje llega a un punto culminante en la obra de Joyce, toda la historia de la la literatura y el arte en general es justamente la unidad entre la forma y el contenido. De hecho, la música y la poesía no pueden concebirse más que a través de la unión de la forma y el contenido. Lo que Coelho llama despectivamente "estilo" en Joyce, es esa unidad.
El autor brasileño justifica su "simplicidad" sugiriendo que lo importante es el mensaje. Uno no debería reparar mucho en si el sobre, la página o el encuadernado es bonito. Esto ya de por sí denota una falta de sensibilidad y sofisticación pues, como Marshall McLuhan (el Joyce de la teoría de medios) notó, "el medio es el mensaje". Pero además pasa de largo el hecho de que su propia obra, supuestamente llena de profunda sabiduría y perlas espirituales, en realidad está hecha de lugares comunes, reduccionismos baratos y adaptaciones de textos auténticamente profundos en los que, justamente por descuidar la forma y la complejidad que requieren, se pierde la hondura del mensaje.
Al no tener una preocupación y un dominio estilístico, Coelho se vuelve emblemático de la literatura como mera forma de entretenimiento, sin ninguna exigencia estética. Por si fuera poco, como también sentencia el artículo citado, la obra de Coelho no sólo deja dudas por su calidad sino por su originalidad. Coelho ha sido acusado de crear "pastiches", obras derivadas que imitan el estilo o el carácter de otra obra, autor o género. Su libro Manual del guerrero de la luz es un ejemplo de cómo se pueden sustraer y adulterar conceptos de obras más complejas, como El arte de la guerra de Sun Tzu, para adaptarlos al mercado masivo.
Esta simplificación no sólo es una estrategia de mercado sino también una forma de desacralizar y desdeñar la profundidad y la complejidad que caracterizan a la literatura de alta calidad. Mientras que Joyce buscaba expandir los límites del lenguaje y la forma, Coelho busca simplificar y universalizar, adaptándose a una cultura de masas que valora la accesibilidad por sobre la profundidad. En este contexto, la crítica de Coelho a Joyce no es únicamente una cuestión de gusto personal; es un reflejo de cómo la literatura se está transformando, en una era de consumo masivo y simplificación.