Tal y como pronosticamos hace un tiempo, la ketamina ha hecho su entrada en el mercado de los medicamentos, en parte a causa de varias investigaciones que analizaron su efecto en el tratamiento de padecimientos de tipo psicológico como la depresión y otros afines.
Hace unos días, la agencia gubernamental encargada de regular la alimentación y los medicamentos en Estados Unidos, la FDA, anunció la aprobación de un aerosol de uso personal cuyo componente principal es la esketamina (esketamine), una variante química de la ketamina que posee las mismas propiedades alucinógenas y disociativas de ésta. Asimismo, comparte con otras sustancias psicoactivas la propiedad de favorecer la creación de nuevas conexiones neuronales y por ello propiciar el "reacomodo" de nuestras formas de pensar y nuestras prenociones sobre la vida y la realidad.
La FDA autorizó el uso médico de dicha sustancia en buena medida porque de acuerdo con estudios y pruebas realizadas, es capaz de contrarrestar los síntomas de la depresión rápidamente, en contraste con los medicamentos antidepresivos conocidos, cuyos efectos sobre el estado de ánimo de una persona suelen tomar días o semanas para ser percibidos.
En este sentido, las condiciones recomendadas del aerosol en cuestión serán sobre todo en casos de depresión extrema que requieran de una intervención inmediata, por ejemplo, pacientes que están al borde del suicidio o de cometer otras acciones afines que pongan en riesgo su integridad o la de otras personas. Asimismo, la esketamina será administrada sólo a personas que probaron antes al menos dos tratamientos contra la depresión sin obtener los resultados esperados (es decir, la cura).
En particular, el medicamento en cuestión fue desarrollado en los laboratorios de la firma Janssen (propiedad de Johnson & Johnson) y será comercializado con el nombre de Spravato.
Este hecho sin duda es histórico, por un lado porque representa la entrada al mercado de las sustancias psicoactivas con fines médicos, pero también porque señala el grado de incomprensión de la psiquiatría moderna hacia el sufrimiento humano y, más aún, la ignorancia del ser humano contemporáneo sobre sí mismo.
Si consideramos la historia del malestar, es posible decir que la melancolía, la tristeza o la depresión han sido, en distintas épocas, formas del sufrimiento subjetivo de quien siente sobre sí el peso de un yo que lo agobia, mismo que además percibe como una carga que está obligado a llevar y de la cual no puede desembarazarse, una idea bajo la cual se vive la existencia y que conduce a realidades emocionales y subjetivas como el aislamiento, la frustración, el enojo constante con la vida, etc. No obstante, en vez de reflexionar y elaborar en torno a las causas de esas premisas subjetivas, la medicina moderna opta por ofrecer un medicamento que "cura" los síntomas, dejando intacta la causa profunda que los origina y, por otro lado, dejando al sujeto en la misma condición de ignorancia respecto a sí mismo.
Con un medicamento como el aerosol mencionado parece más fácil aspirar la sustancia, entrar en un rush y por un momento, mientras dura el viaje, creer que el problema está resulto, ¿pero de verdad es así?
También en Pijama Surf: El mito de que la depresión es causada por un desequilibrio químico del cerebro