Medicamentos en 3D: la era del Big Pharma hecho en casa

 

El mundo de las impresoras 3D probablemente siga la senda de la tecnología de punta que termina convirtiéndose en un electrodoméstico más: uno que, como la radio, la televisión, los hornos de microondas y el Internet puede cambiar radicalmente la vida doméstica, y al hacerlo, modificar la forma en que funcionan los mercados.

Ahora, una serie de compañías farmacéuticas están explorando la manera de utilizar la impresión en 3D para mejorar la vida de los pacientes... e incursionar antes que nadie en un prometedor negocio.

La Food and Drugs Administration (FDA) autorizó el primer medicamento de prescripción impreso en 3D, lo que ha dado luz verde a toda una nueva era de la medicina: de nombre comercial SPRITAM (levetiracetam), se trata de una pastilla para tratar ataques epilépticos, diseñada por la compañía Aprecia. 

Lo que es interesante de todo esto no es solamente la posibilidad de fabricar tus propias medicinas en casa, sino que la forma de las pastillas también sufrirá cambios en beneficio del paciente: pastillas piramidales que se aprovechan poco a poco en el organismo, pastillas con concentraciones químicas específicas para cada paciente, pastillas que (luego de posteriores análisis de viabilidad) podrían ser producidas en las farmacias, e incluso pastillas que comprimen en una sola píldora todo lo que necesita un paciente (con lo que deja de ser necesario que los ancianos carguen con un pastillero y olviden tomar sus medicinas).

Fundada en 2003, Aprecia compró tecnología de impresión del MIT para adelantarse a otras grandes farmacéuticas como el gigante GlaxoSmithKline, quienes ya tienen un ojo (y fuertes inversiones) en el pujante mercado. 

Muchas oportunidades y potenciales problemas se abren con la posibilidad de imprimir medicamentos en nuestra propia casa: ¿qué pasa si la impresora es hackeada? ¿Los pacientes pueden ser responsables de realizar el trabajo aparentemente "delicado" de fabricar y administrar sustancias químicas potencialmente venenosas? ¿Y si la tecnología es usada para fabricar drogas recreativas y comercializarlas? Si pueden imprimirse armas, comida e incluso juguetes sexuales, la tendencia a la impresión de medicamentos parece bastante natural, por no decir rentable.

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