Al parecer la santa madre Rusia continúa instalada en el siglo XIX, y no sólo por sus leyes y prácticas retrógradas al respecto de la homosexualidad, sino también por la manera en que castiga la oposición y el disentimiento.
Para muestra, los latigazos que sufrió una de las integrantes del polémico colectivo Pussy Riot por parte de un cosaco en la ciudad de Sochi, donde actualmente se celebran los Juegos Olímpicos de Invierno y que por esto mismo ha puesto en la mira pública internacional la singular manera en que el gobierno ruso entiende conceptos como los derechos humanos, la preferencia sexual o la libertad de expresión.
Nadezhda Tolokonnikova y Maria Alekhina (puestas en libertad en diciembre pasado, luego de varios meses de encarcelamiento), en compañía de otras, acudieron el miércoles pasado a una de las calles de Sochi para grabarse mientras cantaban la canción “Putin te enseñará a amar la madre patria”, la cual denuncia el autoritarismo del mandatario ruso, en especial al respecto de las libertades individuales y los derechos de personas con un preferencia sexual distinta a la heterosexualidad.
Sin embargo, este pequeño performance fue interrumpido abruptamente por la policía local, los cosacos, quienes a punta de látigo y con ayuda de gas pimienta, evitaron que las Pussy Riot terminaran su actuación.
Otros grupos policiacos arribaron pronto al lugar, pero no realizaron ningún arresto, aunque una de las integrantes del grupo sangró de la cara, al parecer porque un oficial la arrojó contra el suelo.