Ya hemos visto anteriormente un hombre que hace música electrónica con abejasa o a otro haciendo jazz con ballenas y hasta una medusa que toca el teremin, ahora, quizás menos sofisticado, un hombre que toca el cactus para acompañar una melodía. Esta lúdica concepción de la música nos recuerda como el mundo entero es una potencia musical, que aguarda ser escuchada -el silencio, la armonía de las esferas- o aguarda ser liberada: encontrando la música dormida de las cosas.
La motivación detrás de este post es el hecho de que seguramente más de un lector ha experimentado tocando un cactus con curiosidad musical, tal vez recorriendo el desierto, descubriendo que particularmente los cactus de espinas rojas -algunos son gordos gigantes de ecos- como el que se muestra en el video están naturalmente sintonizados, emiten reverberaciones psicodélicas en la bóveda azul abierta; tal vez el lector como el redactor de esta nota ha vagado por el desierto bajo la influencia de otro cactus, y encontrado uno de estos cactus y ensayado con su mano, espinándose pero creando sonidos que de alguna forma evocan la lúdica seducción de la naturaleza hacia una caja secreta y dorada donde se escuchan una especie de gongs orgánicos, chasquidos en la gran boca de la diosa madre y prorrumpen a veces nomos y hadas y el mundo ríe.
Uno de los usuarios de YouTube que comenta en el video, se lamenta que su cactus está fuera de tono.