70 años de «Pedro Páramo»: entre la niebla de Comala y los murmullos de los muertos
Libros
Por: Carolina De La Torre - 03/20/2025
Por: Carolina De La Torre - 03/20/2025
Hay algo en el aire de Comala que es imposible atrapar con palabras, algo que se cuela entre los sentidos y la piel para asentarse en el pecho, como si el alma misma de aquel pueblo se hiciera cuerpo. En este 2025 se celebran los setenta años de Pedro Páramo, publicada por primera vez el 19 de marzo de 1955, la novela que, con la quietud de un susurro suspendido, nos dejó atrapados entre la vida y la muerte, entre el barro de la tierra mojada y los ecos de voces que ya no deberían existir.
Rulfo nos vislumbra en la posibilidad de ser parte de un mundo donde lo real y lo sobrenatural se entrelazan con una naturalidad escalofriante. Pedro Páramo no es sólo una novela: es un hechizo, un viaje onírico que huele a tierra, lluvia y cenizas, en donde el dolor y el amor se funden en una única sensación, la de estar perdidos en un limbo, en un lugar que no es ni el pasado ni el presente, ni el futuro. Es Comala que te persigue, que no te suelta, que te llama y te arraiga.
Cuando Juan Preciado, el protagonista, llega a Comala buscando a su padre, se enfrenta a una comunidad que ya no existe, a un pueblo que es más un reflejo del recuerdo que una realidad palpable. Y es aquí donde lo "real maravilloso" americano se muestra en su máxima expresión: no hay separación entre lo que se ve y lo que se imagina. Las voces de los muertos fluyen como notas invisibles entre las páginas, y el lector, como Preciado, es arrastrado hacia ellos, como si nunca hubiera tenido una opción.
Los diálogos que Rulfo plasma en sus páginas son más que palabras; son ecos, susurros que parecen salir de las entrañas mismas del libro. Cada frase, dicha por un muerto, te eriza la piel como si, en lugar de leer, estuvieras escuchando la voz de los ausentes. Y, de alguna forma, te sientes parte de esa conversación, como si también fueras un espectro que no sabe si pertenece al mundo de los vivos o de los muertos. Es ese vaivén, esa transparencia de fronteras, lo que convierte a Pedro Páramo en una obra de lectura voraz: uno no puede detenerse, como si de una pesadilla se tratase, porque cada giro, cada vuelta de la historia, parece acercarnos más a una verdad que nunca llega a revelarse por completo.
Y sin embargo, a pesar de este viaje de sombras y nieblas, Rulfo no deja de dibujar, con sutileza, una crítica a la sociedad. Pedro Páramo es también una historia sobre el poder, la manipulación y la corrupción. A través de su protagonista, Rulfo expone la cruel realidad de los caciques, de los hombres que, como el propio Pedro Páramo, construyen su imperio sobre los despojos de los demás. No hay lugar para la redención en Comala, solo un espiral y vacío interminable de vacíos y frustraciones, donde los personajes, atrapados en su propia desesperanza, son tan culpables como víctimas.
En su septuagésimo aniversario, Pedro Páramo sigue siendo un libro que trasciende generaciones, porque en su complejidad, su oscuridad y su belleza, habla de todos y de nadie. De los muertos que viven entre nosotros y de los vivos que no saben cómo dejar de morir. Como todo gran libro, te atrapa, te consume, te transforma y se saborea entre cada página sólo para aun después de terminarlo seguir sintiendo el peso de Comala sobre tus hombros, un fantasma que sigue llamando.