Entre las lecturas concernientes al mundo germano, es esencial incluir lecturas como El hobbit de Tolkien. Aunque desde el punto de vista histórico que atañe al mundo contingente y temporal, la lectura de materias así no sea considerada seria por académicos ordinarios, por no permitir, supuestamente, un conocimiento real y no ficticio de esas tradiciones, lo que se ajusta a los hechos de las mismas en cuestión y sin alteraciones posteriores, la verdad es que sí permite un conocimiento verdadero de su esencia. Porque no es en lo histórico y temporal donde se halla la cultura germana, sino en todo aquello que porta el espíritu germánico intemporal, se dé en el tiempo, lugar y forma en que se dé. Yo me dirijo al espíritu de Germania, al alma de lo germánico, a ese núcleo intemporal que puede irrumpir en distintos tiempos pero que está más allá de ellos. Lo germano es actual. Lo germano está presente. El espíritu germano vive en mí y en todos los que lo aman. El espíritu germano es inmortal. Cerraré los ojos a las fechas y a la geografía, a los datos empíricos que me hablan de lo externo, de las apariencias, de todo aquello que no me interesa, y volcaré mi mirada hacia lo interior, hacia la cualidad, hacia el hálito germánico que se reviste de una multiplicidad de formas pasadas y actuales. Con el ojo interior reconoceré lo que es profunda y rigurosamente germano, en espíritu, de lo que no lo es. Y Tolkien es rigurosa y profundamente germano, susurra mi fino sentido interior. Lo sé porque al leerlo aspiro el mismo perfume. Por el perfume se le reconoce.
Facebook: Sofía Tudela Gastañeta
Imagen: Alan Leeti