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Lo pleno es siempre ahora

Dicen que si te elevas caerás después; que la gloria es efímera; que jactarse cuando uno está en el pico de la montaña es un suicidio; que no tomemos la cumbre de la ola como si fuésemos a permanecer en ella, pues en un abrir y cerrar de ojos nos hundiremos en el abismo que sigue a la dicha; dicen que aplaquemos nuestra euforia, que nos aseguremos, que nos contengamos, que estemos preparados para lo peor pues la caída se asoma sigilosamente ya en la cumbre; dicen que regulemos nuestras emociones, que calculemos, que preveamos, que miremos con el ojo gris de la prudencia, que nos apaguemos un poco para no sentir el contraste.

¡Pero yo no digo nada de eso, sino lo contrario! Digo que cuando estés en la cumbre de la ola, en el clímax, en la cúspide, en la gloria más alta amenazada por la destrucción, en la plenitud asediada por los precipicios de una inminente caída, te glorifiques como a un dios y rías a carcajadas como un demente que no conoce el final; que lo tomes todo, que te entregues a la dicha sin reticencias, y que luego experimentes la caída más brutal y más dura como corresponde a quien realmente ha conocido la felicidad entregándose de lleno a ella.

En mis momentos de fortuna alzo orgullosa la cabeza y me jacto, ¿qué me interesa si después soy una mendiga, una desdichada? Yo vivo el ahora. Este instante lo es todo. Este instante es la felicidad.

 

Blog de la autora: Revolución Espiritual