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6 películas para celebrar 'Star Wars' (y apreciar mejor la saga)

Arte

Por: Lalo Ortega - 04/23/2017

Para conmemorar la primera visita a la lejana galaxia, enlistamos 6 películas que influyeron en el imaginario fílmico de George Lucas

Por mérito propio, Star Wars ha sido, guste o no, una de las franquicias cinematográficas más influyentes en la cultura pop. Prácticamente no existe aspecto de la maquinaria hollywoodense que no fuera trastocado por el sismo fílmico de George Lucas en 1977. El reciente renacimiento de la saga galáctica, así como su 40 aniversario a celebrarse en 2017, supondrían un excelente pretexto para hablar de su prolongado impacto en nuestra cultura y, de paso, hacer otro maratón de películas.

Sin embargo, esto último ya cae en el lugar común (aunque de hacerlo, este es el orden de visionado sugerido). De la misma forma en que Star Wars, de un modo u otro, ha transformado al cine que vino después, no hay que olvidar que George Lucas, a su vez, abrazó distintas influencias que le precedieron para crear su ópera espacial.

Así que, para conmemorar los 40 años de la primera visita a la lejana galaxia, echaremos un vistazo a seis películas que tuvieron un lugar en el imaginario fílmico del cineasta, y que contribuyeron a dar forma a la que sería, por mucho, su creación más conocida.

 

La fortaleza escondida (Akira Kurosawa, 1958)

Una princesa y un general del clan Akizuki se ocultan tras líneas enemigas en este clásico de Kurosawa. Sin embargo, La fortaleza escondida se enfoca menos en las nimiedades del conflicto bélico, y cuenta la historia desde la perspectiva de dos plebeyos, Tahei y Matashichi.

Lucas adoptaría este recurso como el esqueleto para el primer tramo de Una nueva esperanza. Los minutos iniciales, en su mayor parte, siguen a su propia pareja de plebeyos, R2-D2 y C-3PO (y, de cierto modo, Leia y Obi-Wan son paralelos de la princesa Yuki y el general Makabe). El par de droides, igual que Tahei y Matashichi, son los actores improbables en un conflicto mucho más grande que ellos, pero proveen los momentos humorísticos.

La fortaleza escondida, además, se considera un filme dentro del género jidai geki, que se traduce como drama de época, y en el que frecuentemente se retrataba a samuráis. George Lucas se inspiraría en el término jidai para nombrar a los míticos guerreros diestros con la Fuerza.

 

Las aventuras de Robin Hood (Michael Curtiz & William Keighley, 1938)

Más allá de lucir las posibilidades del Technicolor, y de vincular irremediablemente el rostro de Errol Flynn al de Robin de Loxley, esta adaptación de la leyenda medieval acabó por inspirar el combate de los caballeros Jedi.

El sable de luz es, como dice uno de sus más célebres usuarios, “un arma elegante para tiempos más civilizados”. Para Lucas, los duelos con las icónicas espadas debían tener un estilo refinado y propio, lejos de una brutal lucha medieval. Ya hacia los tiempos de sus precuelas, se referiría al estilo de pelea jedi como algo más parecido a un baile que a un combate.

Las limitaciones técnicas para crear los sables de luz en aquella época impedían que las coreografías de los duelos fueran demasiado complejas. Sin embargo, Lucas ya apuntaba a filmar duelos como éste, de Errol Flynn y Basil Rathbone:

 

The Dam Busters (Michael Anderson, 1955)

Este filme bélico británico recuenta la Operación Chastise durante la segunda guerra mundial, cuyo objetivo era inundar territorio nazi mediante el bombardeo de tres distintas represas. Éstas, sin embargo, estaban protegidas de tal manera que para sortear sus defensas fue necesaria la invención de una bomba especial que pudiera “rebotar” en el agua. Aun así, la misión requeriría de una precisión casi imposible, pues los pilotos tendrían que volar a una altura determinada y disparar las bombas en una ubicación muy específica.

Esto se parece al clímax de Una nueva esperanza, en el que los pilotos rebeldes montan un ataque a la Estrella de la Muerte, con la consigna improbable de disparar un misil por una brecha de apenas centímetros.

Ya con samuráis y héroes de capa y espada, Lucas añade combate aéreo a su pastiche espacial. Su cinematógrafo, Gilbert Taylor, se desempeñó como fotógrafo de efectos especiales en The Dam Busters, y juntos condensaron los visuales (e incluso diálogos) de ésta en la ya famosa batalla de Yavin.

 

2001: Odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1968)

Ya sea que se hable de ciencia ficción o de efectos especiales en el cine, pasar por la obra maestra de Kubrick es inevitable. A pesar de polarizar opiniones durante su estreno, George Lucas la calificó como la más grande película de su género. Él fue uno de muchos cineastas inspirados por la manufactura de los efectos visuales del filme (mismos que harían a Kubrick acreedor a su único Óscar), y sentarían el precedente para los de su fantasía espacial.

El uso de modelos a escala sumamente detallados es sólo un ejemplo de técnicas que la producción de Star Wars rescató, y refinó, de la odisea espacial. Hasta cierto punto, también hay influencias con 4 millones de años de antigüedad: Yoda y los entes del “Amanecer del hombre” comparten un antecedente común, el supervisor de maquillaje, Stuart Freeborn.

Y si bien Star Wars obtuvo inspiración de 2001: Odisea del espacio, también es su escandalosa antítesis. Kubrick apuntaba a una representación realista del viaje espacial, con música clásica para acompañar el baile de las naves en el silencioso vacío; Lucas, en cambio, optó por el dinamismo visual y auditivo para sus batallas estelares. Sin embargo, la magnificencia sinfónica presente en la cinta de 1968, perfectamente pudo motivar la elección de una orquesta bajo la batuta de John Williams para musicalizar las aventuras de Luke Skywalker.

 

THX 1138 (George Lucas, 1971)

En retrospectiva, resulta difícil creer que THX 1138 y Star Wars nacieron de la misma mente. Mientras que esta última es un esperanzador relato de heroísmo, la ópera prima de Lucas retrata un mundo desolador, donde el deseo y el amor son suprimidos para potenciar la productividad y permanencia del sistema.

La película muestra una proyección pesimista sobre la sedación colectiva en un futuro distópico (algo que, en retrospectiva, es paradójico en un mundo post-Star Wars). A pesar de que su tono se encuentra a leguas de la franquicia que le sucedió, no es incompatible con ella para su comprensión. Tratándose del debut como director de Lucas, ya se asoma una visión para crear mundos visualmente fascinantes, y poblados igualmente por máquinas y seres vivos.

Sin embargo, y quizá por su temática tan desalentadora, THX 1138 no resultó exitosa en taquilla al momento de su estreno, y el reconocimiento sólo le llegó una vez que su creador se hizo mundialmente famoso. Este contexto explica el cambio de visión de Lucas para su siguiente película, la última no relacionada a Star Wars en la que ocuparía la silla de director.

 

American Graffiti (George Lucas, 1973)

Star Wars y THX 1138 podrán parecer opuestos entre sí, pero esta cinta viene de un mundo totalmente distinto: el nuestro. Con el fin de dirigir una película más atractiva para el gran público, Lucas echó un vistazo al pasado, a “tiempos mejores” inspirados en su propia adolescencia en Modesto, California. Así, American Graffiti sigue a cuatro amigos que, ante el llamado de la universidad, pasan su última noche juntos en 1962.

Bajo la superficie de rock and roll y hot rods, American Graffiti posee similitudes temáticas con Star Wars. Tres de sus protagonistas están inspirados en distintas etapas en la vida de Lucas, mientras que el hilo conductor de la trama es la avidez de dejar el hogar y salir a conocer el mundo. Un patrón que se repite con cierto granjero de Tatooine, tocayo de su creador, ansioso por despegar de su planeta desértico.

Indirectamente, este filme también fue responsable de Han Solo como lo conocemos, pues marcó la primera colaboración entre Lucas y Harrison Ford.

 

Twitter del autor: @Lalo_OrtegaRios

 

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