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Para tener un “buen” sexo no se requieren diversas técnicas acrobáticas, ni contar con un cuerpo presuntuosamente escultural

En la actualidad, el sexo tiende a vivirse entre la desinformación y la mala información. Cada vez más jóvenes se guían por el mal sexo que ven en las pantallas grandes y pequeñas. Aprenden a fingir orgasmos con gritos despavoridos, a necesitar más mediante prácticas violentas y desprotegidas, a buscar un cuerpo similar al de los actores porno –y avergonzarse del propio por no tener el mismo tono vaginal o anal, entre otras características. La realidad es que, entre la juventud, el sexo se vive de una manera arriesgada y sencillamente displacentera. 

No sólo se trata de reducir al máximo la incidencia de infecciones de transmisión sexual –ITS– y embarazos no planeados, sino también de disfrutar realmente del acto mismo. Decían los indígenas náhuatl que el sexo era un regalo de los dioses, pues ya la vida era demasiado como dura para no tener pequeños momentos de júbilo. Por lo tanto, ¿por qué no rendir homenaje a la sabiduría de nuestros antepasados? 

Para tener un “buen” sexo no se requieren diversas técnicas acrobáticas, ni contar con un cuerpo presuntuosamente escultural. La realidad es que para tener sexo satisfactorio lo importante es estar ahí, disfrutando del momento, y estas recomendaciones pueden ayudar a conseguirlo: 

 

Olvida todas las expectativas en torno al sexo

Varias personas experimentan síntomas de pánico buscando hacerlo bien, que su pareja no se sienta decepcionada, no quedar ridiculizados, ser considerados buenos en la cama --como sucede en las películas porno o las eróticas, etc. Desgraciadamente, esta sobreexigencia o expectativa en exceso puede producir consecuencias tanto emocionales y relacionales como físicas. 

Para reducir esta ansiedad frente al desempeño sexual lo ideal es estar enfocado en las sensaciones físicas: ¿cómo se siente mi piel al contacto de él o ella?, ¿qué me está haciendo sentir excitado y, a mi pareja, qué la hace sentir excitada? Empieza prestando atención sólo a una caricia, y eventualmente esos miedos serán olvidados al estar en el aquí y el ahora. 

El orgasmo no es el único final feliz

En la práctica del tantra, el orgasmo es innecesario. El placer máximo se mantiene a lo largo del acto, postergando lo más posible la llegada del orgasmo. Sin embargo, esto no quiere decir que la experiencia de un orgasmo no pueda generar un impacto positivo en el cuerpo tanto físico como psíquico. 

Sin embargo, y desgraciadamente, muchas mujeres jamás han sentido un orgasmo en sus vidas –teniéndolo que fingir frente a sus parejas. Principalmente ello sucede por miedo a lastimar emocionalmente al otro o a ser consideradas “frígidas” y “anormales”. La realidad es que las mujeres se presionan mucho –o sus parejas lo hacen por ellas– si no consiguen un orgasmo rápidamente, lo que provoca que se finja para evitar conflicto en la relación y, por lo tanto, comience un efecto de bola de nieve: si no se le indica a la pareja cuándo, cómo, dónde y por qué, difícilmente aprenderá a producir ese orgasmo tan deseado. 

Lo ideal para este caso es practicar en la soledad. Sí: masturbarse para conocerse y descubrir las caricias que producen una tensión exquisita. 

Práctica alguna disciplina de relajación o control de la energía

Generalmente esto remite al yoga, especialmente técnicas del hatha-yoga y del tantrismo en las que se aprende a subir la energía vital por la columna y hacerse consciente de la respiración. Pero cualquier cosa puede funcionar, es sabido hacer deporte mejora el desempeño sexual, mejora la circulación -y con ello las erecciones- tonifica el cuerpo y en general liberal estrés.

La comunicación es siempre el primer paso

Existe una creencia errónea en torno al sexo: que debe ser en silencio, inmediato y perfecto desde la primera vez. Sin embargo, la primera vez siempre es un desastre: no se sabe qué le gusta a la otra persona ni hay tanta confianza para expresar lo que a uno le excita. La comunicación es la base de todo buen sexo –y toda buena relación de pareja–, y para ello se necesita: primero, conocerse a sí mismo; segundo, confiar en que la otra persona recibirá la información sin juicios ni críticas. 

Aceptar que hay diferentes tipos de vaginas y penes

En el mundo existen alrededor de 7 mil 400 millones de habitantes y cada uno de ellos posee un tipo único de estructura corporal y, por lo tanto, genital. Por ello es importante resaltar la diversidad en tipos, colores, sabores y olores de las vaginas y penes. La idea es reducir la ansiedad generada por no poseer ese tipo de cuerpo que vende un sistema de poder.