La noche y el día son fuerzas opuestas, pero también son entrañablemente complementarias. Las frecuencias anímicas, su trato con formas y escenas, la naturaleza estética de sus respectivos discursos, parecen complementarse de una manera mágica, digamos perfecta. Quizá por eso la misión autoimpuesta por el fotógrafo Stephen Wilkes resulta particularmente intrigante: la posibilidad de fundir día y noche, sus colores y acontecimientos, en una misma imagen.
Con su proyecto Day to Night Wilkes persigue la fusión de la noche y el día en un mismo escenario, cambiante pero fijado gracias a una laboriosa técnica: capturar 2 mil 200 fotografías a lo largo de 26 horas, inmóvil y oculto. El resultado es un paisaje ciertamente onírico, contrastante pero armónico, improbable.
Wilkes recurrió a este tratamiento para fotografias el Parque Nacional Serengueti de Tanzania, Times Square en Nueva York o el Savoy en Londres. "Yo fotografío a mano; este no es un time-lapse, es mi mirada de momentos muy específicos. Me gusta describirme como un coleccionista de momentos mágicos", dice el fotógrafo a NPR.