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Un estudio reciente publicado por el "Personality and Social Psychology Bulletin" afirma que ser “raro” te hace más atractivo para los demás

En una época como esta, donde la comunicación se ha vuelto metainmediata, donde podemos vernos en cualquier ventana, es “necesario” distinguirse de los demás. Buscar nuestra individualidad ha sido de algún modo uno de los rasgos más evidentes del ser humano. A diferencia de todos los demás animales, buscamos ser “únicos”, pero para ser únicos no nos es suficiente con serlo intelectual o espiritualmente, sino que también se tiene que ver por fuera. “Tenemos” que vernos diferentes.  

El Zeitgeist (o “espíritu del tiempo”) nos ha enseñado que mientras más distinto te veas de los otros, mientras más “diferente”, más “interesante” eres.

Desde hace muchos años ser “underground”, “raro” o “rebelde” han tenido su alto prestigio social, encontrando su punto más álgido en la juventud.

La canción “Creep” de la banda británica Radiohead fue una suerte de estandarte para una generación X depresiva y previa a los Millennials. Muchos nos sentíamos identificados con esta letra azotada y la cantábamos gritando y gimiendo, acompañando los lamentos de Thom Yorke: “But I'm a creep, I'm a weirdo”. Tanto sonó esta canción (cuasi himno) que los propios compositores terminaron odiándola y sacándola de sus set lists. 

"Ser" raro o verse raro está de moda desde hace tiempo; sin embargo, en un estudio reciente publicado por el Personality and Social Psychology Bulletin se afirma que ser “raro” no sólo te hace más interesante, sino más atractivo.  

El estudio tomó como referencia las decisiones tomadas por personas que se identificaron como heterosexuales o bisexuales y a quienes se les pidió que eligieran a otras personas de sitios de web con las que tendrían una cita.

Los investigadores encontraron que los hombres y las mujeres mostraron una preferencia mayor hacia las personas que no se adaptan a las reglas convencionales de vida, rasgo juzgado de primera mano por la apariencia exterior.

Seguramente, en un tiempo no muy lejano, al instaurarse como “norma” lo “anormal” (invenciones, las dos, de nosotros mismos), se volverá a voltear el cono. Es decir: seguramente nos hartaremos de que todos sean “raros”, “rebeldes” y “visibles” y buscaremos algo que nos diferencie de ellos, persiguiendo de nuevo nuestra “individualidad” (lo que sea que eso quiera decir en realidad).

 

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Imagen de portada: Her, Spike Jonze (2014)