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Un equipo de expertos hizo audibles los sonidos emitidos por las chinches, amplificándolos por medio de un dispositivo llamado vibrómetro láser. Este aparato detecta las vibraciones que los insectos producen en las hojas en las que viven
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¿Cuántas cosas imperceptibles para nuestros sentidos no estarán gritando todo el tiempo en todos lados?, es la pregunta que me surge después de escuchar cómo rugen las chinches en un artículo publicado por New Scientist. Y es que, recientemente, Valerio Mazzoni de la Fundación Edmund Mach de Italia y su equipo hicieron audibles los sonidos emitidos por estos insectos, amplificándolos por medio de un dispositivo llamado vibrómetro láser. Este aparato detecta las vibraciones que los insectos producen en las hojas en las que viven.

La especie Macrolophus pygmaeus y Macrolophus costalis (parte de un grupo más grande, mejor conocido como chinches) habita una amplia gama de climas a nivel mundial, y se alimenta de las plagas de los cultivos de hortalizas, tales como pulgones y moscas blancas.

Con este dispositivo se pudieron oír los sonidos generados por estos seres diminutos, que se escuchan similares a los rugidos de los grandes felinos. Estas “llamadas” nunca antes se habían registrado para el caso de los insectos y no hay seguridad de por qué, ni cómo, estos bichos producen aquellos sonidos.

"Cuando uno escucha estos sonidos a través de auriculares se podría pensar que estabas junto a un tigre o un león", dice Mazzoni.

 

El equipo de Mazzoni notó que cuando dos chinches macho se introdujeron en la misma hoja parecían competir en un rugiente dueto. Cuando uno de los insectos "rugía" el otro también lo hacía, aparentemente en respuesta al primero. Esto sugiere que, como en los grandes felinos, los "rugidos" podrían servir para establecer un dominio o atraer a las hembras. Las chinches hembra no parecen hacer tales sonidos.

A diferencia de los rugidos de los grandes felinos, los sonidos producidos por los insectos se transmiten a través del material sólido bajo sus pies, por lo general una hoja, en lugar de por la vibración de las moléculas del aire.

Miles de especies de insectos se comunican a través de tales vibraciones, pero estos "rugidos" se diferencian de cualquier otro ruido de insectos conocido.

Las llamadas contienen una amplia gama de frecuencias de sonido, desde menos de 1 hasta alrededor de 750Hz, lo que les permite propagar el sonido aún más dentro de las hojas sin que éste sea amortiguado. La capacidad de viajar largas distancias es también una característica clave de los rugidos felinos: las llamadas de los leones pueden ser escuchadas a kilómetros de distancia; esto podría significar que los míridos (chinches) utilizan estas señales para anunciar su presencia a otros insectos.

Otra peculiaridad de estos bichos es que sólo parecen ser capaces de "rugir" al caminar. Esto es extraño ya que, para producir este tipo de vibraciones, la mayoría de los insectos tienen que estar detenidos.

La mayor parte de los insectos producen vibraciones por agitación o roce entre las partes del cuerpo, como hacen por ejemplo los grillos. Pero, curiosamente, las chinches parecen crear sus "rugidos" sin vibración o frotación de alguna parte de su cuerpo.

"Debe ser un órgano específico del abdomen lo que produce los 'rugidos'", dice Mazzoni.

"La comunicación por la vibración se ha generalizado durante las interacciones de insectos", dice Caroline Fabre, una entomóloga de la Universidad de Cambridge. "Es probable que se descuban muchos nuevos ejemplos de comunicación vibratoria".

Después de este descubrimiento es inevitable pensar que, en el paisaje, millones de pequeños seres imperceptibles nos están diciendo cosas que no podemos escuchar.