La mayor parte de lo que percibimos es una ilusión creada por nuestro cerebro
AlterCultura
Por: Alejandro Albarrán - 08/25/2015
Por: Alejandro Albarrán - 08/25/2015
Ya inventar cuenta con tres acepciones: Imaginar; imaginar hasta el punto de "crear", como suele decirse. Además, fingir, es decir, exagerar en la imaginación, sobrecrear; en una palabra, no es mentir por facultad del ingenio sino del genio. Aunque, según Littré, "fingir" se emplea erróneamente, se emplea, pese a todo, en el sentido de forjar embustes. Inventar es, finalmente, toparse y caer, en seco, al chocar con la cosa, con la "cosa misma"; es volver sobre ella, invenire, y desvelarla, quién sabe…
-Georges Didi-Huberman
Dice el historiador y teórico Georges Didi-Huberman en su libro La invención de la histeria, ¿pero quién sabe qué es la “cosa misma”? ¿Quién sabe dónde está la línea divisoria entre lo que inventamos y la realidad? Al parecer la neurociencia cognitiva tiene algunas respuestas al respecto.
Según estudios realizados por la neurocientífica Susana Martínez-Conde, directora del laboratorio de Neurociencia Visual del Instituto Barrow en Phoenix, la mayor parte de la realidad está inventada por el cerebro, pues pese a su compleja estructura, también es una máquina limitada.
Martínez-Conde asegura que nuestra visión (aunque inferior a la resolución de casi cualquier cámara) es mucho más nítida y detallada gracias a pequeñas ilusiones creadas por nuestro cerebro, pues en realidad éste no sólo se basa en la información registrada por el ojo, sino que muestrea puntos de información crítica de la escena que nos rodea, lo que hace que se tenga más información, pero que a la vez queden múltiples vacíos, huecos que se rellenan mediante ilusiones creadas a partir de la información circundante.
Dentro de los estudios realizados por Martínez-Conde, entre otros colegas del laboratorio de Neurociencia Visual del Instituto Barrow, se encuentran ciertos hallazgos como el “foco de atención” o la “ceguera al cambio”. El primero refiere al acto de focalizar la atención en algo, acción que se realiza perceptualmente, mientras que todo lo que nos rodea se suprime tanto perceptual como neuronalmente; en el caso del segundo (“ceguera al cambio”) la información cercana en el tiempo la consideramos como fija, esto sucede, según relata, debido al número de neuronas con las que contamos y sus conexiones, así como el tamaño de nuestro cerebro. Si quisiéramos percibir la realidad tal cual es necesitaríamos un cerebro tan grande como un edificio.
Sin embargo, Martínez-Conde asevera que a pesar de lo que se pensaba, estas ilusiones, estas invenciones del cerebro, no son errores en la percepción, sino que representan mecanismos intrínsecos de ésta así como una ventaja evolutiva, puesto que ahorra recursos necesarios para enfrentarnos a lo que ocurrirá en un futuro.
Mucho del trabajo de Martínez-Conde se ha centrado en el estudio (teórico y práctico) de la magia y cómo ésta opera en nuestro cerebro, arrojando información muy útil sobre el funcionamiento de nuestra peculiar máquina mental.
La neurocientífica, nacida en La Coruña, asegura que la magia está adelantada en cuanto a la manipulación de la atención y la percepción, pues opera bajo conceptos novedosos en ciencias cognitivas, como el “foco de atención” o la “ceguera al cambio”, lo que abre un campo de estudio que puede ayudar a arrojar información sobre el conocimiento de nuestros procesos mentales.
La “ceguera al cambio” empleada también como estrategia en la magia es un término introducido en 1997 por el psicólogo Ronald Rensink, aquí podemos ver algunos efectos creados por dicha ceguera:
Entre 1790 y 1793 William Blake escribió, en su libro El matrimonio del cielo y el infierno, estas famosas líneas empleadas por Aldous Huxley en 1954 en su libro Las puertas de la percepción acerca de las drogas alucinógenas: “Si las puertas de las percepción se abrieran, el mundo se nos mostraría tal y como es: infinito”, y ahora en 2015 la neurociencia cognitiva, los alucinógenos y su barrio lo respaldan.
Twitter del autor: @tplimitrofe