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Investigadores de Cambridge encontraron fragmentos de la leyenda de Merlín escritos en francés antiguo, ocultos en las encuadernaciones de un libro reutilizado siglos atrás; el hallazgo revive el largo viaje del mito a través del tiempo y las tecnologías

Hay hallazgos que parecen sacados de una novela de fantasía, pero que nacen en bibliotecas reales, entre polvo, cuero y páginas olvidadas. Así fue como un equipo de expertos de la Universidad de Cambridge descubrió fragmentos perdidos de la leyenda de Merlín en un lugar insospechado: la encuadernación de un libro del siglo XVI.

Se trata de siete hojas de pergamino que alguna vez formaron parte de la Suite Vulgata de Merlin, una de las versiones más importantes del ciclo artúrico. Escritas en francés antiguo entre 1250 y 1330, estas páginas formaban parte de una compleja red de relatos sobre el rey Arturo, Merlín, la dama del lago, Lancelot y demás figuras fundacionales del mito.

Pero en algún momento, el contenido perdió su valor simbólico. Durante la Reforma Protestante y los años posteriores, muchos manuscritos religiosos o legendarios fueron desechados, cortados o reutilizados como material de encuadernación. El pergamino era resistente y valioso: servía para forrar otros libros. Así, lo que alguna vez fue una historia sagrada terminó convertido en simple soporte físico, sin más mérito que su durabilidad.

Este fragmento en particular fue doblado, cosido y colocado como cubierta de un volumen en una biblioteca de Bristol. Durante siglos permaneció allí, con el texto parcial o totalmente oculto, hasta que una bibliotecaria notó algo extraño en las hojas interiores y contactó a especialistas.

El equipo de Cambridge, encabezado por la doctora Laura Campbell, utilizó luz ultravioleta, infrarroja, tomografía computarizada y fotografía multiespectral para examinar el manuscrito sin dañarlo. Lo que descubrieron fue más que emocionante: una copia muy antigua del relato de Merlín, probablemente escrita en el norte de Francia y trasladada luego a Inglaterra.

Aunque algunas secciones están borradas o rotas –incluso una correa de cuero arrancó parte del texto–, los investigadores lograron reconstruir muchas partes e identificar errores, correcciones y detalles únicos. Por ejemplo, encontraron que el copista escribió “Dorilas” en vez de “Dodinel”, un error que demuestra que cada manuscrito medieval tiene su propia voz, su propio ADN.

Merlín como arpista en la corte de Arturo, «Suite Vulgate du Merlin», BnF, fr. 749 f. 319 (c.1285)

Este tipo de textos no se copiaban palabra por palabra como ahora se imprimiría un libro. Las reglas eran más libres: los escribas podían cometer errores, improvisar, incluso añadir detalles. Por eso, cada versión aporta algo distinto. Este hallazgo, por ejemplo, se considera un eslabón entre los textos franceses medievales y las versiones inglesas que llegaron siglos después, como La muerte de Arturo de Thomas Malory, que influenció profundamente la literatura inglesa moderna.

La historia de Merlín no desapareció. Solo cambió de forma. Cuando el francés antiguo dejó de ser entendido por el público general, los relatos fueron reescritos en inglés, adaptados al lenguaje y a los gustos de cada época. Esa capacidad de mutar, de sobrevivir a través del cambio, es lo que mantiene vivas estas leyendas hasta hoy.

La doctora Campbell lo resume bien: "Los mitos artúricos se reinventan constantemente. No son reliquias fijas, sino seres vivos que dialogan con cada generación". Lo vemos en películas, videojuegos, series. Pero también, sorprendentemente, en cubiertas rotas de libros olvidados.

Gracias a la tecnología actual, este manuscrito digitalizado no solo podrá estudiarse sin arriesgar su integridad, sino que podría ser clave para identificar otros textos enterrados bajo capas de encuadernación en bibliotecas de todo el mundo.

Porque a veces, para encontrar magia, solo hace falta mirar con otros ojos. Incluso un pedazo de forro viejo puede contener el hechizo intacto.


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Imagen de portada: Cambridge Digital Library