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Situado en el Cuerno de África, el desierto de Danakil sorprende por la diversidad de sus paisajes, muchos de ellos letales

Los desiertos son lugares profundamente simbólicos. Son refugio de la inmensidad (si tal cosa puede decirse) y también una especie de grandes relojes vivientes en donde el tiempo se mide en otra escala. El desierto, como quería Borges, es el laberinto más simple y quizá por ello perfecto. También, con cierta frecuencia, es el punto presente de un arco que comenzó miles de años atrás justo en el punto diametralmente opuesto: el mar, esa otra forma de lo inabarcable que por razones geológicas se transformó paulatina pero decisivamente en nada más que arena y rocas.

Sin embargo, no todos los desiertos son así de uniformes. Existe al menos uno cuya diversidad es sorprendente, pues entre sus fronteras contiene aguas termales, lagos, salinas y más.

Se trata de Danakil, una depresión de aproximadamente 100m por debajo del nivel del mar situada entre el noreste de Etiopía y el sur de Eritrea, en el llamado Cuerno de África, cerca también del Mar Rojo.

Estas condiciones geográficas hacen de la Depresión de Danakil un desierto sui generis en el que la temperatura promedio supera los 50°C pero en donde también, a pesar de esto, se encuentran paisajes inesperados.

Un lugar que en cierta forma parece estar ahí ―aquí― para recordarnos que el mundo tiene su propia magia, la cual de pronto concentra en un solo espacio.

Imágenes: BBC