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Brian Eno y la neurociencia nos dicen por qué los bateristas tienen cerebros diferentes a los demás

Por: Juan Pablo Carrillo Hernández - 03/04/2015

Brian Eno y el neurocientífico David Eagleman realizaron un estudio sobre la percepción del tiempo y lo que ocurre en el cerebro de los bateristas mientras cuentan el ritmo

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¿Qué tan precisa puede ser una persona? Fue la hipótesis principal que se planteó el profesor de neurociencia David Eagleman en su obra The Possibilian: What a brush with death taught David Eagleman about the mysteries of time and the brain, luego de que su colega Brian Eno le contase una anécdota que ocurrió mientras grababa un disco con Larry Mullen, baterista de U2. Al parecer, Mullen se encontraba grabando una de las pistas de su disco All That You Can't Leave Behind sobre el click track (serie de ritmos por computadora utilizados para sincronizar las pistas de audio), cuando pensó que lo que estaba tocando iba a desfase de tiempo con las demás pistas. Eno, productor, y los demás bandmates pensaron que estaba loco, sin embargo, revisaron la pista de nuevo y notaron una diferencia asimétrica de 6 milésimas de segundo en la canción. La bulla de ideas de Eno no pasó como desapercibido este dato, así que contactó a Eagleman, quien llegó al estudio con un par de ordenadores y un monitor de encefalograma inalámbrico. 

Durante algunos días, Eno compró pastelillos y preparó el té mientras Eagleman estudiaba la actividad del cerebro y sus diferentes formas de sincronización en los bateristas que fueron contactados para la prueba. Entre algunos de ellos se encontraban Daniel Maiden-Wood, baterista de Anna Calvi, David Skully de Razorlight, Will Champion de Coldplay, y algunos músicos de jazz y percusionistas afrocubanos. El experimento consistía en realizar lo mismo que hizo Mullen en el estudio. Se les pidió que mantuvieran un beat constante específico y mediante el click track observar las milésimas de segundo que más se acercaran al ritmo. 

drummersAl comprobar que, efectivamente, los cerebros de estos bateristas medían “físicamente” el tiempo hasta unidades milimétricas casi imposibles para cualquier otro cerebro humano, Eagleman, fascinado, decidió que el segundo paso del estudio era analizar las áreas más activas de sus cerebros, dispararles algunas ráfagas de estimulación magnética y observar la posibilidad de interrumpir ese extraordinario don rítmico: "Ahora que sabemos que hay algo anatómicamente diferente en ellos", dijo, "queremos ver si podemos estropearlo".

¿Cómo será tener el cerebro de un baterista? ¿Podrán escuchar los ritmos ocultos de la vida cotidiana; las notas del ruido callejero al ritmo de un compás? Quizás ellos tengan la posibilidad de mejorar las arritmias del mundo en otros aspectos.