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Hacer yoga desnudo puede ayudar a la sexualidad, al fomentar la autoaceptación e incrementar la conciencia del propio cuerpo

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En los últimos años ha habido una explosión del yoga ampliándose la oferta desde el "doga", yoga para perros, hasta el ganja yoga (para fumadores de marihuana), entre otras prácticas heterodoxas. Paralelamente, también se han implementado varias escuelas que ofrecen clases de yoga al desnudo. Algunas personas piensan que esta versión es innecesaria y sólo apela al morbo; otras, que es una forma ideal para cobrar mayor conciencia del cuerpo y entrar en un estado de mayor comodidad y aceptación de la sexualidad.

El Huffington Post narra la experiencia de una mujer que ha experimentado con clases de yoga al desnudo en Londres, superando la incomodidad inicial para cosechar los beneficios. Al parecer, uno de ellos tiene que ver con una cierta mejoría de la vida sexual.

Jane Hedge escribe que el yoga desnudo "te coloca en sintonía con tu cuerpo, te hace más espontánea y genera aceptación. De esta forma, beneficia tu vida sexual". Algo que se potencia aun más cuando se tiene la posibilidad de seguir la práctica inmediatamente después en la cama, navegando la cresta sensorial que ofrece el yoga.

Más allá del posible efecto positivo en el desempeño sexual, es indudable que el yoga al desnudo sí tiene una fuerte aplicación terapéutica en la autoaceptación de la imagen corporal, lo cual es parte de la sexualidad. Esta cualidad ha sido identificada en el nudismo, pero en el yoga quizás pueda ser incrementada por la plantilla en la que la desnudez se desenvuelve: una atmósfera de relajación y conexión a través de la respiración. Sin embargo, es importante realizarlo con un instructor que tenga experiencia y pueda proveer un ambiente serio para la práctica a la vez que relajado.