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Desde aquí "Hasta aquí", de Hernán Bravo Varela

Por: Javier Raya - 10/23/2014

"No haber amor es un amor también. // Un amor a estar solo. // Le pertenece a alguien que lo siente por nadie. (...) Es una clase de correspondencia" (en "Hay lo que hay", poema incluído en el libro.
Edward Hopper, "Sun in an empty room", 1963

Edward Hopper, Sun in an empty room, 1963

Hernán Bravo Varela es uno de los agitadores culturales mejor posicionados en nuestros días: poeta, traductor, ensayista y antologador de amplia trayectoria --además de conductor de televisión, tallerista, jefe de prensa de la Casa del Poeta, etc.--, aun la somera revisión de su actividad implica orbitar diversos campos. En lo que compete a su última entrega en verso, Hasta aquí (Almadía, 2014), las órbitas no son menos diversas.

"Hasta aquí" supone marcar un límite, frontera, corte de caja, paro (cardíaco) del contador, volver al cero. La frase es equivalente al "basta" del que se propone desmarcarse, por ejemplo, de una posición de víctima. También podemos pensar que es el fin de una serie que va "de aquí" (pausa) "hasta aquí".

Ese trayecto entre un punto y otro, el tránsito mismo más que el punto de origen y final, es una coordenada que sirve para leer Hasta aquí. El libro abre y cierra con dos textos que son crónicas en verso de una dieta, (Antes) (Después), principio y final del paréntesis.

El paréntesis es la presencia fantasmal predominante: cada poema lleva su título entre paréntesis (a excepción tal vez de "CARTELERA" y los siguientes, que forman parte de otro poema, pero que se distinguen de él), y la insistencia en el recurso debe darnos alguna pista significativa. ¿Qué se pone entre paréntesis, cuál es su función sintáctica? Van entre paréntesis las acotaciones, los comentarios personales dentro de algo más extenso, las aclaraciones fáticas, en fin, todo aquello que ayuda a ubicar y dar movimiento al discurso sin participar necesariamente del discurso.

¿Qué implica la convención de escribir los títulos entre paréntesis? ¿Y qué relación --si la hubiera-- existe entre dicha convención y las nociones de trayecto y límite que la lectura del libro exige?

Subjetivamente, siempre he asociado los paréntesis a un decir en voz baja, a un decir camuflado, a un para-discurso ninja infiltrado en el cuerpo del discurso principal, a una isla, a un aparte teatral. El libro de Hernán baraja distintas posibilidades formales, pero ordenadas en temas rectores, que grosso modo podrían resumirse en recuerdos de infancia, postales de viaje, textos amorosos, flirteos con la política, varios cuentos en verso y algunos ejercicios conceptuales (aunque titubeantes, pero que en el contexto del libro aportan cierta frescura, como "(De acuerdo con Google)", "CARTELERA", o el aviso de cierre de la 4a sección, que recuerda a los disclaimers de ciertos correos electrónicos corporativos, "Este correo/ y sus anexos son confidenciales./ Si usted no es el destinatario/ por favor notifique al remitente) que no carecen de interés. Es como si cada poema se juntara con los que son similares a él, pero afirmando una existencia autónoma.

Siguiendo la sugerencia de "(Pero Dios te dio el poder de olvidar y descartar el pasado)", comentaré brevemente los poemas que más me gustaron, a ver si podemos entrar (¿o salir?) del asunto de los paréntesis:

(Sol en un cuarto vacío, 1963)

Título del último cuadro de Edward Hopper, se trata menos de un ejercicio ecfrástico que de una habitación imaginaria de la soledad.

(Ahora y en la hora)

Me gusta el tono fársico de versos como "El fuego se propagaría entonces/ como un chisme perfecto", el tono trágico con que el trabajo es asunto de burla.

(Veinticinco centavos,/por el amor de Dios)

Un ejercicio en terceto encadenado que ofrece contraste y musicalidad.

(Hay lo que hay)

Para mí, el mejor poema del libro: sintético, casi aforístico, logra emocionalizar el pensamiento más que intelectualizar la emoción (cosa común en la poesía mexicana, incluso --¿por qué?-- celebrada).

(El que se lo quite, va a perder)

Una postal parisina y una canción infantil para callar a los niños ("Un candadito/ nos vamos a poner...") sirve para cuestionar el amor como candado y resignificarlo como llave.

(Lobo es el hombre/ para el hombre)

Ejercicio de estilo latinizante que recuerda a los Epigramísticos de Minerva Margarita Villarreal o al genial Filipo contra los persas de Víctor Cabrera.

(Que te hagan una limpia)

Crónica de una operación mágica y alquímica del huevo.

(Canción sin estrenar del fin del mundo)

Otra de esas piezas que se ven surgir cada tanto como producto de la paranoia colectiva por la influenza AH1N1 en 2009. Featuring Jorge Tellier en los coros.

Me causa problema las Notas que cierran Hasta aquí, no sólo porque rompen la convención sugerida entre (Antes) y (Después), sino porque desconfío de las notas aclaratorias en libros de poesía. Guiños a amigos y pistas sobre el origen de algunos textos, las notas siempre me suenan como la explicación de un chiste que no supimos contar. Hasta Eliot se mostraba remilgoso para incluir notas que elucidaran Tierra baldía.

¿Concluiremos algo sobre los paréntesis? Me digo que ningún guiño, ningún gesto, en fin, nada de lo que puebla el lugar del poema puede ser gratuito, y me parece que Hernán lo sabe perfectamente. Pero, en rigor, ¿el título forma parte del poema? ¿O el sentido de los títulos parentéticos es precisamente el de remarcar su diferencia, el de agruparlos conceptualmente en un aparte que, como las Notas, se pretende ajeno al poema mismo? ¿Cómo decir "desde aquí" parte el poema? ¿Cómo responder a la pregunta Hasta aquí el poema acaba? ¿Cómo decir en verdad desde aquí soy otro, Hasta aquí soy yo mismo?

hernan

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Hernán Bravo Varela

Hasta aquí (Click para leer un fragmento)

Ed. Almadía, 2014

123 pp.

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Twitter del autor: @javier_raya

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