Aprueban la controvertida reforma energética en México: estos son los puntos más criticados
Por: Ana Paula de la Torre - 08/07/2014
Por: Ana Paula de la Torre - 08/07/2014
Petróleos Mexicanos, la petrolera que pertenece enteramente al país desde 1938 y que desafió a los intereses extranjeros, hoy, en opinión de muchos, se ha preparado para servir a transnacionales petroleras. La situación de PEMEX ha estado desde hace décadas colmada de opacidad: sus dirigentes sindicales suelen tener lujos de multimillonarios y, en la última década, se ha dejado de producir un millón de barriles diarios. México importa hasta 50% de su gasolina, y 40% de su gas. Es decir, la industria energética está evidentemente deteriorada pero, hoy que las energías limpias pudieran ser una opción para la economía nacional, se aprobó una reforma energética que pareciera preparar superfluamente a PEMEX para que sea atractiva a las inversiones de los consorcios más voraces del planeta, las petroleras.
Los puntos más polémicos
Después de 18 días de discusiones de los legisladores y 170 horas de votación en el pleno, los partidos de siempre: PRI, PAN, PVEM y Nueva Alianza aprobaron sospechosamente, casi hegemónicamente, las 21 leyes, y desecharon más de 3,500 reservas propuestas por la izquierda.
Mientras la ONU clama por un viraje en el uso de la energía de hidrocarburos, el gobierno mexicano está proyectando el uso de estos, a largo plazo, como palanca de desarrollo.
Los puntos más criticados por activistas y especialistas, aprobados en la reforma energética, son los siguientes:
Se promueve el fracking para extraer gas de lutitas: método que ha sido prohibido en otros países y cuyos turbadores efectos, entre los temblores, han sido documentados.
Se obligará a los dueños de la tierra a cederla, al menos temporalmente: bajo la figura de ocupación temporal, los dueños de tierras donde existan hidrocarburos deberán cederlas y recibirán una renta de hasta 3% de las utilidades, pero estarán obligados a negociar: no podrán rehusarse a entregar sus tierras.
Los contratos: en los contratos de explotación de los hidrocarburos se incluye la figura de utilidad compartida en la que los consorcios y la paraestatal se dividirán las ganancias, y en las demás figuras, en todas, se incluye una compartición de utilidades, incluso en especie, en lugar de sólo pagar por los servicios que se hagan; es decir, será un jugoso negocio para las transnacionales.
Los mexicanos pagarán los pasivos laborales de PEMEX: mientras los mexicanos observan cómo los altos dirigentes de la empresa están inexplicablemente enriquecidos y la opacidad es evidente, más que generar mecanismos de transparencia, es decir, sanear verdaderamente PEMEX, pareciera que volverán a la empresa atractiva para las transnacionales, sin verdaderamente sanear sus vicios. Se pagará un billón 347 mil millones de pesos, es decir, más de 100 mil millones de dólares como deuda pública, por un desorden financiero que nadie garantiza que no volverá a ocurrir. Es difícil dimensionar esa cantidad de dinero, y será pagada por los impuestos de los mexicanos; ese dinero dejará de invertirse en otras áreas.
Los supuestos beneficios
La apertura de mercados de los años noventa no necesariamente significó un beneficio para los mexicanos: las carreteras, por ejemplo, aún son privadas y costosas, pese a la promesa modernizadora, muy parecida a la de hoy; los bancos tampoco mejoraron el servicio de crédito, por ejemplo, y las telecomunicaciones se concentraron en un solo agente. Hoy se promete que la apertura a los mercados internacionales ayudará a que PEMEX se vuelva eficiente, pero los mexicanos parecieran dudar de estas promesas.
Alemania se convertirá en un país que emplee únicamente energías limpias en 2050. Hoy ha llegado a producir 50% de su electricidad con ellas. México, en cambio, está apostando gran parte de su motor económico a energías derivadas de los hidrocarburos. Hay mucho escepticismo en el aire, desconfianza y, sobre todo, una gran preocupación ecológica, cuando México tiene un gran potencial en el uso de energías limpias. Para muchos, la reforma es un sinsentido en sí misma, si se memoran las necesidades ecológicas globales.
Twitter de la autora: @anapauladelatd
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