La Copa del Mundo ya tiene asegurado un ganador: El narcotráfico
Por: Luis Alberto Hara - 06/15/2014
Por: Luis Alberto Hara - 06/15/2014
Como cada cuatro años, una vez más la Copa del Mundo demuestra su capacidad para, literalmente, absorber la atención de una buena porción del planeta. Millones de personas depositan tiempo, atención y dinero mientras se entregan al máximo evento del deporte más popular del mundo. Entendiblemente, la pasión del público apuesta por sus respectivas selecciones nacionales –incluso si tienen pocas probabilidades de obtener la copa– pero, en cuanto van siendo eliminados la mayoría de los contendientes, nos remitimos a los mismos cuatro o cinco equipos que se reafirman como candidatos tradicionales.
A pesar de que el grupo de posibles ganadores es reducido, lo cierto es que no es fácil determinar quién es el máximo favorito de la edición en curso. En cambio, en muchos de los planos extrafutbolísticos que rodean este torneo, se definen, desde mucho antes, los ganadores indiscutibles: los "patrocinadores oficiales", los organizadores y aquellas hebras complementarias del mercado que se genera en torno a la Copa del Mundo tienen asegurado su triunfo. Y entre estos se encuentra el narcotráfico.
Los cárteles dedicados al tráfico de drogas en Sudamérica, especialmente los de Perú y Bolivia -por cierto, dos de los mayores productores de cocaína en el mundo-, vieron catapultarse la demanda de esta sustancia en diversas ciudades brasileñas como parte de los preparativos mercantiles para recibir y saciar las necesidades de consumo de aproximadamente 600 mil visitantes foráneos. Cabe recalcar que, de acuerdo con Jaime Antezana, catedrático de la Universidad Católica de Lima y especialista en el tema, Brasil se ha consolidado como uno de los principales consumidores de coca en el mundo -de hecho, como el número dos-, y con el refuerzo de los cientos de miles de turistas, por lo menos durante este verano podría fácilmente ubicarse como el mayor consumidor a nivel mundial, incluso por delante de Estados Unidos.
Los traficantes brasileños saben que durante la Copa del Mundo los controles serán más laxos, y se han preparado para un verdadero festival de consumo de cocaína.
El General Vicente Romero, director de la DIRANDRO (agencia anti-drogas de Perú), advirtió que las actividades de tráfico de drogas se intensificaron notablemente en días previos al arranque de la justa mundialista. Al parecer, la ruta consiste en mover coca, por vía aérea, de este país a Bolivia, desde donde, en conjunto con la que se produce también ahí, se envía a Brasil por tierra. Recordemos que el anfitrión mundialista mantiene frontera con los tres principales productores de coca en el mundo –además de Bolivia y Perú, también es vecino de Colombia–, y lo más complicado es que buena parte de la franja fronteriza corresponde a regiones selváticas, lo cual imposibilita el control. Además, el incremento exponencial de la demanda de cocaína al ingresar a territorio brasileño provoca que, a pesar de la cercanía entre los productores y los consumidores, la sustancia se revalúe %1000, proporción que seguramente aumentará durante estas semanas.
Así que, independientemente de a qué equipo favorezca la metafísica -ingrediente característico y afortunado del futbol-, más allá de Messi, Pirlo, van Persie o Neymar, de los árbitros, los patrocinadores y cualquier otro actor partícipe, la Copa del Mundo 2014 ya tiene un indiscutible triunfador: la mafia –en este caso nos referimos a los traficantes de drogas, pero podríamos también incluir a los organizadores y, en general, a otros grupos que aprovechan estos pretextos para mitigar su insaciable voracidad de dinero y poder-.