A menudo creemos que nuestros tiempos "posmodernos" son un collage de tradiciones y referentes sin aparente conexión entre sí. Sin embargo, a finales del siglo XIX, un grupo de literatos y entusiastas del ocultismo se tomaron muy en serio la tarea de destilar, como en el mítico horno del alquimista, tradiciones esotéricas de procedencias distantes, al grado de que incluso la cantante pop Ciara les rinde tributo en uno de sus videos: son la Orden Hermética de la Aurora Dorada, mejor conocida como la Golden Dawn. Seguramente, esta orden hermética es la más reconocida de la Historia, contando con miembros como W. B. Yeats, MacGregor Mathers y Aleister Crowley.
Y es que aunque el internet esté rebosante de gente a la que le encantaría que una cofradía de reptilianos illuminati moviera los hilos invisibles del mundo, los fraters y sorores de la Aurora Dorada realizaron una tarea mucho más compleja de lo que nuestra comprensión "viralizable" del mundo nos permite entender, y su influencia va más allá de la cultura pop: virtualmente cualquier libro de hechizos, new age, tarot, viajes astrales, visualizaciones sanadoras o neopaganismo de hoy en día guarda una deuda (rara vez reconocida) con el trabajo de la Orden Hermética de la Aurora Dorada.
Su influencia es tal que virtualmente cualquier tradición ocultista actual, desde Wicca hasta Magick, utiliza alguna variante del ritual de protección menor del pentagrama, que sirve para limpiar y proteger el espacio del practicante de energías y entidades obtrusivas. La idea de invocar o repeler espíritus era, ya en el siglo XIX, considerada como algo anacrónico, arcaico o simplemente demasiado complejo, pues se trataba de prácticas que quedaron en su mayoría recluidas en el seno de órdenes herméticas y oscuros manuales de magia medieval. Trazar pentagramas recitando los nombres hebreos de Dios, al igual que las visualizaciones, es la nota oculta de la psicología moderna, por ejemplo, de las técnicas de control de la ira, basadas en visualizarse en espacios abiertos o en imaginar que la energía negativa tiene peso, color, forma y movimiento.
En otras palabras, parte de la contribución de la Aurora Dorada fue revitalizar un método antiguo de protección para utilizarlo en la era moderna, con las ventajas y limitaciones de una psique colectiva construida históricamente. La Orden popularizó también prácticas que ya forman parte de la cultura popular, como el scrying o la mancia -que consiste en visualizar puntos de luz, y de la cual dimana la conocida imagen de una bruja mirando una bola de cristal-.
Por el lado del tarot, se debe a un miembro de la orden, Arthur Edward Waite, la creación de uno de los mazos más populares y utilizados alrededor del mundo, el famoso Tarot Rider-Waite. A diferencia del hermetismo geométrico del Tarot de Marsella, el Rider-Waite propone un lenguaje visual figurativo, lo que en parte permitió la popularización de la práctica de la lectura de tarot durante el siglo XX. De hecho, algunos cronistas afirman que, antes del siglo XIX, el tarot no se utilizaba como una forma de adivinación y autoconocimiento, sino que se trataba de un juego de cartas que ilustraba diversas situaciones morales para una población mayormente analfabeta. Se debió al estudio de los miembros de la orden de la Aurora Dorada la revaloración mística, simbólica y práctica de las cartas del tarot, que en sí mismo es también un crisol de tradiciones judeocristianas, grecolatinas y egipcias, cuyo impacto en la cultura popular y los círculos esotéricos sigue siendo tan prominente como desconocido.