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Los hombres sí lloran, o por qué es tan doloroso recibir un golpe en los testículos

Por: Jimena O. - 05/15/2014

Un traumatismo escrotal es una manera elegante de llamar a uno de los dolores más intensos que un hombre puede experimentar (y que sin duda experimentará tarde o temprano) en la vida. Un médico nos explica paso a paso el proceso inflamatorio que sigue a esta experiencia.

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Testículos: bolas, huevos, pelotas, escroto, un saco de carne colgando entre las piernas de cada hombre del mundo, dejadas fuera del cuerpo por capricho de la evolución para que el esperma esté a una temperatura adecuada para la fecundación, pero dejándolas a la intemperie, sin cartílagos ni huesos que puedan protegerlos de los golpes del destino. No se trata de un argumento falocéntrico sino anatómico: los golpes en los testículos duelen, pero, ¿se trata del máximo dolor que puede experimentar un ser humano? Para nada.

El doctor Muhammad Mirza ha explicado paso a paso el proceso doloroso que sufre un par de testículos cuando son golpeados por un pie, un bate de beisbol o algún tipo de cuerpo viajando rápidamente justo hacia nuestra entrepierna.

El impacto

En el momento en que los testículos reciben el terrible golpe (y suele haberlos en la vida más terribles unos que otros) una señal es enviada a 265 millas por hora al cerebro, el cual alerta la espina dorsal y envía de regreso la señal de dolor al escroto y abdomen. Los testículos comienzan a segregar un neurotransmisor llamado Sustancia P, la cual está asociada con el dolor y el proceso inflamatorio. En menos de un segundo, el cuerpo se contrae en una intensa sensación de dolor.

 Náusea

La diferencia particular entre un golpe en los testículos y cualquier otro tipo de golpe que pudiera sufrir el cuerpo masculino reside en que los testículos comparten los mismos receptores de dolor que el estómago, por lo que un golpe ahí abajo suele provocar que el hombre en cuestión se abrace el vientre y asuma una desvalida posición fetal.

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No es coincidencia que los monjes shaolín se sometan a una ardua disciplina para tener bolas de acero.

 

Esta posición fetal, sin embargo, es parte del proceso. Durante los siguientes minutos el cerebro secreta endorfinas para aliviar un poco el dolor, con el efecto secundario de que los niveles de oxígeno se reducen en el cerebro, provocando jaquecas y náusea.

Además del estómago, un golpe en las bolas también afecta a los oídos, que se manifiesta en forma de un súbito mareo que fortalece la necesidad de hacerse ovillo para recuperar el equilibrio (y tal vez la dignidad). A continuación, el cuerpo puede decidir vomitar o no a causa de las náuseas y el mareo.

Recuperarse de un golpe en las bolas

Durante los 15 minutos posteriores al golpe (y dependiendo de la agresividad del impacto) el pulso sanguíneo se incrementa al igual que la temperatura corporal; en otras palabras, sudamos y nos quedamos sin aliento. Los testículos lastimados se hinchan y la piel del escroto no soporta el menor roce. El doctor Mirza afirma que este proceso activa el ganglio simpatético, que controla las glándulas salivales, lo que puede ocasionar salivación extrema y llanto. Mucho llanto.

Finalmente, es necesario decir que el dolor de bolas no es ni por mucho el dolor más extremo que puede experimentar un ser humano (aunque sí uno de los más indeseables). Los dolores de parto, una nariz rota y sobre todo los cálculos en los riñones siguen siendo los dolores más agudos que pueden experimentarse. Sin embargo, dada su extrema fragilidad, los testículos son una de las áreas más sensibles del cuerpo. Y estamos seguros de que no hace falta un estudio de caso para demostrarlo.