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El hombre siempre ha tenido el sueño secreto de regresar al agua. Aguantar la respiración es uno de los grandes retos de aquellos que quieren expandir los límites humanos.

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Harry Houdini era famoso por su capacidad para aguantar la respiración por más de tres minutos. Hoy, competidores de buceo libre son capaces de mantenerse sin respirar diez, quince y hasta veinte minutos. ¿Cómo lo hacen y cómo puedes entrenar para lograrlo?

La"apnea estática" es una disciplina competitiva del buceo libre en que una persona aguanta la respiración bajo el agua sin moverse, tanto tiempo como sea posible. En 2001, el renombrado freediver Martin Štěpánek contuvo la respiración por un tiempo no logrado por nadie hasta entonces: 8 minutos 6 segundos. Su récord se mantuvo por casi tres años, hasta junio de 2004, cuando Tom Sietas mejoró su tiempo por 41 segundos con un tiempo de 8:47. Desde entonces el récord ha sido roto ocho veces (cinco de ellas por el mismo Sietas), pero el actual título pertenece al francés Stéphane Mifsud. En 2009, Mifsud logró el impresionante tiempo de 11 minutos 35 segundos bajo el agua con una sola respiración.

La Asociación Internacional para el Desarrollo de la Apnea (AIDA) es la instancia que sanciona todas las competencias globales en cualquiera de las ocho categorías basadas en aguantar la respiración bajo el agua, pero la “apnea estática” es sin duda la más esencial de todas.

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Los freedivers se someten a años de entrenamiento para poder lograr estas hazañas, y en el proceso su propia biología se modifica.

El oxígeno que respiras se transfiere a tu sangre y es transportado hacia a los distintos tejidos de tu cuerpo, donde es convertido en energía. El resultado de este proceso es la generación de CO2, el cual es llevado de vuelta a los pulmones y liberado del cuerpo en la exhalación. Cuando contienes la respiración, el O2 sigue convirtiéndose en CO2, pero éste no tiene a dónde ir, por lo que es recirculado a las venas acidificando tu sangre e indicándole a tu cuerpo que respire, primero con una sensación de ardor en los pulmones y eventualmente con un fuerte y doloroso espasmo de tu diafragma.

Se ha demostrado que la sangre de un buzo experimentado se acidifica más lentamente que la de nosotros. La activación del sistema nervioso simpático causa que sus vasos sanguíneos periféricos se contraigan, conservando la sangre rica en oxígeno y redirigiéndola de las extremidades a los órganos vitales, especialmente el corazón y el cerebro. Muchos freedivers también practican meditación para calmar su corazón y bajar su metabolismo, así como para mantenerse tranquilos, pues mucha de la batalla a la hora de mantener la respiración es mental. Es importante saber que tu cuerpo puede aguantar con el oxígeno que tiene y que se puede ignorar la compulsión del cuerpo a respirar.

Hay otros trucos para contener la respiración que se apoyan menos en largos entrenamientos y más en aumentar lo que los buzos llaman “almacenamiento total de aire”. Está por ejemplo el “bombeo bucal”, el cual fue desarrollado hace mucho por buzos que pescan con lanzas e introducido al buceo deportivo por el marino Rober Croft en los sesentas.

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Esta técnica implica tomar la mayor cantidad de aire posible y después utilizar músculos bucales y faríngeos, junto con la glotis, para mantener la garganta cerrada mientras se manda aire, un poco cada vez, desde la boca hasta los pulmones. Se dice que repitiendo este movimiento hasta 50 veces, un buzo puede aumentar su capacidad pulmonar hasta en tres litros. Sin embargo, un estudio de 2003 muestra que esta técnica sólo aumentó la capacidad pulmonar de los participantes en litro y medio. La capacidad pulmonar cambia de una persona a otra, en promedio la capacidad pulmonar es de 4 litros para las mujeres y 6 para los hombres, aunque el aclamado freediver Herbert Nitsch tiene una de 14 litros.

También está la hiperventilación que los buzos utilizan para liberar su cuerpo de CO2 y precargar sus cuerpos con oxígeno. La versión más extrema de esta técnica implica no respirar nada más que oxígeno puro durante periodos de hasta 30 minutos antes de sumergirse. Así es como el mago David Blane logró romper el récord Guinness (el de la AIDA no permite este tipo de técnicas) aguantando la respiración por 17 minutos y 4 segundos en 2008, y como Stig Severinsen logró en 2012 la impresionante marca de 22 minutos.

Todas esta técnicas tienen sus riesgos. Exceder los límites de privación de oxígeno puede llevar a la pérdida de conciencia o incluso la muerte. La hiperventilación puede causar desmayos y hay evidencia que sugiere que el “bombeo bucal” puede causar que los pulmones literalmente se rompan. Por eso los buzos rara vez practican sin supervisión.  

Estudios predicen que todavía hay metas que alcanzar antes de llegar a los límites fisiológicos. Los propios buzos sugieren que la última frontera a alcanzar sin ayuda de oxígeno extra son los 15 minutos.

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