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Una mujer en Francia pasó por una operación en la que tuvo que extraérsele su amígdala, la parte del cerebro encargada de reconocer las emociones de los demás; sin embargo, contrario a lo esperado, no experimentó depresión o ansiedad al despertar, sino un profundo incremento de su capacidad empática.

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¿Cómo sería ser hiperempático? ¿Cómo sería si pudiéramos sentir con alto grado de emoción los sentimientos por los que está pasando otra persona —su alegría, su dolor, su sufrimiento? ¿Por fin quedaría salvado el abismo de la otredad?

En uno de los casos médicos más asombrosos de los últimos años, una mujer experimentará esto por el resto de su vida, luego de que tuviera que removérsele su amígdala en una cirugía cerebral.

El hecho es particularmente extraordinario porque la amígdala es la parte del cerebro encargada de procesar el reconocimiento de las emociones de los demás, por lo cual su remoción debería traducirse en una incapacidad absoluta para realizar eso.

Sin embargo no fue así y, según reportó la propia paciente, después de un día en que sufrió varias convulsiones, despertó con una “nueva, espectacular excitación emocional” que persistió durante 13 días.

Habitualmente las personas que pasan por una cirugía en donde se les remueven partes de su lóbulo temporal, entre ellos la amígdala, experimentan depresión o ansiedad después de la operación, de ahí que el caso de esta mujer sea sorprendente. Aurélie Richard-Mornas, neuróloga del Hospital Universitaro de Saint-Étienne, en Francia, quien se encuentra a cargo de la paciente, definió su estado como “hiperempatía”.

La mujer experimentó esta habilidad con su familia, pero también lo hizo incluso al mirar a otras personas en la televisión y al leer sobre situaciones emocionales en novelas y otras obras ficticias.

Entre otros hallazgos, el caso de esta mujer podría mostrar que, contrario a lo que se ha sostenido hasta ahora, las funciones del cerebro que nos permiten relacionarnos con la realidad no están limitadas a zonas específicas, sino que más bien son el resultado de la interacción de distintas partes, interacción que quizá el mismo cerebro tiene la capacidad de reparar cuando, como aquí, se ve dañada drásticamente.

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