"Quiero dar a luz a un delfín": un plan para embarazar mujeres con delfines y que después puedan comerlos (VIDEO)
Por: Juan Pablo Carrillo Hernández - 11/25/2013
Por: Juan Pablo Carrillo Hernández - 11/25/2013
La diseñadora japonesa Ai Hasegawa ha visualizado el proyecto más bizarro y seguramente controversial de los últimos tiempos. Para “resolver la hambruna, la crisis de especies en extinción y nuestra avidez para reproducirnos”, Hasegawa propone dar a luz a delfines mediante placentas sintéticas, y luego, si se quiere, consumir su carne.
El proyecto imagina un punto en el futuro en el que los humanos ayudarán a las criaturas en peligro de extinción por medio de la tecnología avanzada de la biología sintética. Una “placenta delf-humana” que permita que una mujer pueda dar a luz a un delfín y así volverse madre adoptiva de una especie en peligro de extinción. “Más allá de eso”, apunta en su sitio, “los gourmets podrán disfrutar del lujo de comer un animal raro hecho por su propio cuerpo”.
El video que presenta está envuelto de romanticismo. Y aunque sería algo que la mayoría de las mujeres gratamente experimentaríamos en un sueño, difícilmente querríamos siquiera considerar el hecho en la realidad. Además, si esta idea teórica se volviera biológicamente posible, lo más seguro es que ninguna mujer querría comerse a su propio hijo delfín.
La propuesta tiene muchas fallas, muchas perversiones y un poco de crueldad. Para empezar, el instinto maternal se puede aliviar adoptando a un ser humano bebé; la hambruna no se resolvería comiendo delfines incubados por humanos (hay muchos otros proyectos más viables); y el proyecto está más bien presentado para satisfacer el placer gustativo por lo exótico, algo con lo que los japoneses se relacionan muy bien, pero no podemos asegurar lo mismo del resto de habitantes del planeta.
“Quiero dar a luz a un delfín”, sin embargo, plantea una serie de preguntas importantes. Introduce el argumento de dar a luz a tu propia comida y cuestiona la maternidad de maneras hasta ahora inexploradas. Quizás también pueda verse como un proyecto artístico y no como algo a realizarse, más como un sueño de extrañeza poética que como una propuesta ecopolítica: un perturbador amor instintivo al agua y a las formas cetáceas atravesado y enrarecido por la intelectualidad y el utilitarismo.