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Geometría del amor: bocetos para una teoría triangular de las relaciones amorosas

Arte

Por: Luis Alberto Hara - 03/02/2013

En un ejercicio de imaginación emocional y geométrica, el psicólogo Robert Sternberg realizó estos esquemas que intentan caracterizar las relaciones amorosas que sostenemos con otra persona: ¿alguno de estos triángulos es el tuyo?

Es conocido el último verso de la Comedia de Dante: "l'amor che move il sole e l'altre stelle", un endecasíbalo que si bien, estrictamente, se refiere al Dios del cristianismo y su amor infinito que mantiene vivo al mundo, en términos metafóricos bien puede ampliarse a un entendimiento del amor como fuerza que da sentido a la existencia. El amor que mueve el sol y las altas estrellas es el mismo que nos impulsa a hacer lo que hacemos todos los días. O, en sentido opuesto, su ausencia explica las distintas manifestaciones de la maldad en el mundo.

Y como toda potencia, el amor también admite una gradación, acotaciones que lo limitan y lo caracterizan y que hacen ver, por ejemplo, que si bien hay amor en regar una planta y en ayudar a un amigo en problemas, no se trata, evidentemente, de la misma intensidad de amor. A su modo, hay amor en renunciar a alguien, pero también en esforzarse por vencer obstáculos para preservar una relación.

El asunto, por supuesto, no es sencillo y, por el contrario, puede ser que sea uno de los más contradictorios de la vida humana.

Quizá por eso casi siempre llaman la atención los esfuerzos explicativos por someter al amor al rigor de la conceptualización, como este del psicólogo Robert Sternberg, quien realizó estos esquemas triangulares en los que busca dar orden a la casi siempre confusa trama de las relaciones amorosas.

Imaginando que estas pueden sujetarse a las líneas y los planos de la geometría, Sternberg ideó esto que podríamos denominar una "teoría triangular de las relaciones amorosas", en la cual juega con tres conceptos que, de uno u otro modo, en mayor o menos grado, se encuentran en todas: el compromiso, la intimidad y la pasión, y cuya combinación arroja distintas maneras en que podría definirse el vínculo que sostenemos con otra persona: de ausencia de amor, de amor romántico, de amistad, de amor fatuo, de amor ciego, de complicidad, amor vacío y la perfección amorosa del amor consumado.

Se trata, sí, de un ejercicio especulativo, debatible quizá, pero que en cualquier caso nos invita a reflexionar sobre el papel, la importancia que damos al amor en nuestra vida, el concepto de amor que utilizamos para, valga la redundancia, amar.

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