Una de las escenas emblemáticas de las películas de ciencia ficción es el momento en el que una nave entra en aceleración total y llega a la velocidad de la luz (o se acerca a este límite de velocidad cósmico). Como sugiere la teoría de la relatividad, al viajar a la velocidad el tiempo se detiene y por ende entramos en una hipotética dimensión que afecta nuestra percepción, quizás esta sería la droga de expansión de conciencia suprema. Para represntar esto generalmente vemos una explosión de líneas colores, una absorción vorticial y demás efectos espectaculares.
Pero al parecer, según la física actual, viajar a la velocidad de la luz, en un sentido estricto, sin incluir las proyecciones de la mente en el espacio, no sería tan espectacular como hemos llegado a imaginar. Según un equipo de estudiantes de la Universidad de Leicester, un astronauta que viajara cerca de la velocidad de la luz vería a grandes rasgos la imagen superior. Debido al efecto Doppler no se verían ni siquiera estrellas --el movimiento hacia una radiación electromagnética haría que la frecuencia de la luz se alterará tan dramáticamente que escaparía del espectro visible. En cambio, la radiación de microondas de fondo se tornaría visible.
La tripulación de una nave espacial que pudiera acercarse significativamente a moverse a la velocidad de la luz vería un disco central de luz brillante: una especie de sol u ojo perenne. Abajo una versión reciente de cómo Hollywood imagina el hiperespacio.