Desde hace algunos años, el desarrollo de la neurociencia ha permitido diseñar interfaces cerebro-máquina que realizan el seguimiento de los procesos cognitivos para traducirlos a mensajes comprensibles sin necesidad de la expresión por parte de quienes los llevan a cabo. Esto ha sido particularmente útil en la medicina, en personas que por algún accidente o enfermedad pierden casi por completo sus habilidades motrices y del habla y, en consecuencia, son incapaces de comunicarse. Y si bien, hasta ahora, la expresión que se consigue es más bien elemental —limitada a conceptos simples como Sí/No, Arriba/Abajo y otros similares—, en dichas condiciones esto es más que suficiente y admirable tanto para quienes se encuentran en semejante estado, como para los médicos, familiares y amigos con quienes estas personas necesitan relacionarse.
Recientemente, un grupo de investigadores consiguió utilizar un escáner de resonancia magnética para descifrar los pensamientos de un hombre que desde hace 12 años, a causa de un accidente automovilístico, se encuentra en estado vegetativo. ¿Su mensaje? “No estoy sufriendo”.
El equipo, dirigido por Adrian Owen, del Brain and Mind Institute of Western Ontario, escaneó el cerebro de Scott Routley para encontrar los patrones mentales correspondientes a Sí y No, labor que tomó un par de años para llegar a resultados satisfactorios, sobre todo porque es la primera ocasión en que la neurociencia consigue hackear el cerebro de una persona en estado comatoso o vegetativo, en el cual todavía no es claro el nivel de conciencia que se posee. Más allá de las implicaciones personales, este avance contribuye a un mejor entendimiento del estado que guarda el cerebro en dicha situación.
“Scott es capaz de mostrar que tiene una mente consciente y pensante. Lo hemos escaneado a menudo y su patrón de actividad cerebral muestra que claramente elige responder nuestras preguntas. Creemos que sabe quién es y dónde está”, declaró Owen al respecto.
Con este procedimiento, los investigadores saben cuando Scott responde sí o no pero de una manera un tanto rebuscada: Sí para cuando imagina que está jugando tenis y No para cuando imagina que está caminando por su casa. Ambos escenarios —elocuentes elecciones subjetivas que añaden enigma al milagro— activan distintas zonas de su cerebro que, una vez identificadas, permiten el ejercicio de traducción.
“Preguntar a un paciente algo importante para él ha sido nuestro objetivo por muchos años. En el futuro podremos preguntar qué podemos hacer para mejorar su calidad de vida. Podrían ser cosas simples como el entretenimiento que les damos o el momento del día en que sean aseados y alimentados”, concluyó Owen.