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El LSD reaparece en elementos de la cultura pop, como libros, películas y series de televisión; pero ¿podemos hablar de un regreso de los psicodélicos?

Sí, sabemos que en la década de los sesentas el consumo de LSD, entre otros psicoactivos, fungió como una especie de neurocombustible para la consolidación de un movimiento sociocultural que terminaría impactando la historia de occidente: la revolución psicodélica y la filosofía hippie. A continuación vinieron años en donde las masivas campañas en contra de estas sustancias  provocarían un relativo declive en su consumo –lo cual, curiosamente, coincide con el aumento en el uso de otras 'drogas', como la frívola cocaína, así como el surgimiento de nuevas y destructivas sustancias como el crack o el crystal meth–. 

Ahora, con el retorno del LSD como personaje de libros y series de televisión, parece que el mainstream está dispuesto nuevamente a abrirle los brazos a este épico compuesto, sintetizado por el Dr Albert Hoffman en 1938 a partir de la ergotamina. Hoy, 74 años después de ese histórico y colorido suceso, la dietalimida de ácido lisérgico se niega a disolverse en las periferias del imaginario pop, y presume su mayor presencia de las últimas décadas. 

En su más reciente libro, Hallucinations, el popular neurólogo Oliver Sacks narra sus experiencias con LSD a finales de los sesentas. Entrevistado por el Wall Street Journal con motivo de su nueva obra, el Dr Sacks es cuestionado sobre la posibilidad de que la cultura pop este, nuevamente, glorificando el consumo de alucinógenos: "Uno no debe alardear sobre lo prometedor o mágico de las drogas. También debemos ser conscientes del peligro, sin embargo creo que algo como el LSD es mucho menos peligroso que, por ejemplo, las anfetaminas. Estas pueden triplicar tu ritmo cardiaco o provocarte un paro".

Pero el nuevo libro de Sacks no es la única puerta que la cultura pop ha abierto recientemente al 'ácido'. Por primera vez en décadas la ciencia médica ha retomado experimentos alrededor de esta sustancia, con fines terapéuticos –algo que le valió decenas de encabezados al tema–, también tenemos un par de series de televisión, por cierto entre las más populares, que han vuelto a poner este canapé psicoactivo en la mesa del imaginario colectivo y, como en los buenos tiempos de Cary Grant y compañía, celebridades y líderes de opinión ostentan en su pasado al menos un par de experiencias con esta sustancia.

TV-LSD

La primera de las series que recién mencionamos es Mad Men, la cual ha sido masivamente galardonada y que trata sobre la consagración de la industria publicitaria en Estados Unidos hace cuatro décadas. Si bien los personajes son en su mayoría altos ejecutivos de empresas y agencias, lo cierto es que difícilmente podrías aspirar a tener un documento sociocultural fidedigno, de Estados Unidos en esa época, sin al menos algunas espontáneas apariciones del LSD. Tal vez por ello es que Roger Sterling consume junto con su esposa un prometedor cubo de azúcar mientras le dice a ella: “Y dices que jamás te llevo de paseo”. Pero la presencia del ácido en este episodio no solo convida a Roger unas experiencias francamente surrealistas, sino que al ‘regresar del viaje’, la catarsis lisérgica ha sido suficiente para que sé de cuenta que su matrimonio no tiene sentido alguno –es decir, el LSD aparece como catalizador de conciencia–.

La segunda serie es Fringe. Uno de sus protagonistas, el Dr Walter Bishop, un tipo brillante e innovador que ha regresado de la locura para colaborar con un equipo policiaco dedicado a resolver crímenes paranormales, fenómenos cuánticos y mediar en batallas interuniversales, recurre periódicamente al LSD para estimular su creatividad. Además, esta sustancia es utilizada para hackear la mente de la metasensible Olivia Dunham, liberándola así de conciencias ajenas que se han posicionado dentro de ella –lo cual bien podría aludir a los miedos y otras entidades psíquicas que son altamente nocivas, apuntando así sutilmente a las cualidades terapéuticas del ácido. 

LSD, Pop glam y cultura Web

¿Qué tienen en común Angelina Jolie, Matt Stone y Trey Parker (creadores de Southpark), Matt Groening, Eminem, Fatboy Slim y Jack Nicholson? Bueno, pues que todos ellos gozan de gran reconocimiento en la cultura pop, y además han admitido, abiertamente, haber consumido LSD en algún momento de sus vidas. Pero el actual ‘salón de la fama lisérgico’ no termina ahí. Resulta que algunos de los empresarios más famosos y admirados del planeta, la mayoría ligados a la era digital, también cuentan entre su historial algunos paseos de la mano de la dietalimida de ácido. ¿Te suenan los nombres de Bill Gates, Paul Allen o Steve Jobs?

¿Entonces?

Retomando la interrogante del inicio, podríamos afirmar que si bien el aparente regreso del LSD no califica aún como una moda consagrada, parece evidente que el estratégico veto mainstreamero contra esta sustancia parece haber sido relajado (sin que quede claro a que agenda responde esta tendencia). Por otro lado, no podemos dejar de recalcar que hoy existen múltiples tecnologías de la mente que son mucho más accesibles al grueso de la sociedad que hace cuarenta años –me refiero a múltiples prácticas de meditación, técnicas de psiquismo, y en general información sensible en torno al hombre y su relación con la realidad mediante la conciencia–, lo cual diferencia significativamente el entorno actual del escenario hippie .

En síntesis considero que, en caso de confirmarse esta moda, el LSD ya no tendría un rol tan crucial como el que desempeñó en los sesentas y setentas. Pero como bien dice Sacks, de que los jóvenes y adultos estén experimentando con drogas sintéticas de dudosa procedencia y destino, que estén coqueteando tardíamente con sustancias como la cocaína, o inundando su percepción con bebidas alcohólicas que efímeramente se sitúan como elixires de moda, entonces creo que solo tendría una frase para este presunto comeback del LSD: bienvenido a casa! 

Twitter del autor: @paradoxeparadis